Precio enitodo el país: CINCO PESO: a LE (y) ao, AS TA > ad - F ¿ E í ¿7 PA LIRA 380 AÑOS DE “SABER HACER LICORES” d y _—”“ vacaciones... están en las rutas Sudamericanas y Europeas de B:0:A'C > Chile con sus balnearios elegantes y sus famosos Lagos ' del Sur. Y Ny R i 0 con sus playas de encanto tropical y sus carnavales ) legendarios. Suiz a con sus maravillosos paisajes alpinos y sus clásicos deportes de nieve. y de allí a París, Frankfort, Niza, aparovechando las Londres tarifas idénticas de B.O.A.C. CONEXION CON El Cuanto más pronto y más confortablemente viaje a su punto de vacaciones, multiplicará los días de placer y descanso que tiene planeados! desde Londres basta Sus vacaciones comienzan Roma y Beirut, Sur Africa, Singapur y lolando por... Tokio. ¿ ; e a ds RECONQUISTA 375 E. 31-3438 - BUENOS AIRES LA LINEA AEREA BRITANICA ed by Go gle JINIVE ol OF 1 INN £ TRIUNFAN EN LAS PLAYAS DE AMERICA MALLAS MODELO AMERICANO 1954 FABRICANTES: MARTINEZ, GONZALEZ Y ROIG S. R. L. $ 3.400.000.- - ALSINA 1194 - BS. AIRES a Original from Digitized by Google UNIVERSITY OF MINNESOTA O ÓÓÁÓ<_—_—_2 e KK a E 5 E E == A A A $ e. Estruendópolis Los turistas extranjeros que suelen visitarnos de tanto en tanto gustan mucho del barrio norte de Buenos Aires. Es na- tural. Como traen bastantes divisas se alojan en los hoteles de primera categoría, frecuentan de buena gana las numerosas boites de costumbres fáciles y se relacionan con gentes ociosas que les ofrecen recepciones muy interesantes, en las que pri- van las señoras voluntariamente hermosas, se toman bebidas introducidas de contrabando y se fuman cigarrillos rubios de idéntica procedencia. Por razones del oficio periodístico —y no por vocación— concurrimos a las más de estas tertulias, en las que por lo común nos fastidiamos con suma distinción. Así fué cómo el martes último asistimos al cocktail-party ofrecido por la señora Edith Kathleen Rodríguez Brótola de Fernández Val de Cas- tro y su actual marido, en honor del eminente sabio moldova- laco doctor Jaroslav Lufoke van Potomac, Premio Nóbel. El cual —como ustedes saben— es en estos días nuestro ilustre huésped. El doctor Lufoke, a pesar de ser sabio, es persona muy educada. Y, claro está, corresponde a las finas atenciones re- cibidas con mil gentilezas y galanterías, expresadas pública- mente en conferencias y banquetes, o murmuradas al oído de las damas. Trata de ser encantador, y lo consigue. Nos dice las cosas amables que más pueden cosquillear nuestro amor propio y nuestra vanidad. En la supradicha tarde de los copetines —y después del tercer whisky— se puso el invitado de lo más zalamero. Lás- tima no tener a mano un taquígrafo para recoger, sin perder ninguna, todas sus preciosas palabras. En su defecto, damos a renglón seguido un pálido y desmañado resumen de lo que fué aquella orgía del espíritu: —Buenos Aires —dijo— es la mejor ciudad del mundo. Para convencerse de ello no hay más que salir a la calle. Y no sólo a éstas del norte, sino a cualquiera del extenso muni- cipio. Rebosan de actividad y satisfacción. “Todos cuantos pasan a nuestro lado respiran salud y felicidad. Aquí no hay miseria ni suciedad. La gente se alimenta bien y con abun- dancia. Si ciertas damiselas no comen o se nutren con defi- ciencia es porque suponen erróneamente que los caballeros las preferimos héticas o escuchimizadas. Se trajean ustedes con casimires y sedas de lo más chic. Quien anda vestido de ma- marracho y sin corbata es porque presume de existencialista, aunque ignore en absoluto la doctrina de Jean-Paul Sartre y los complejos freudianos de la Simone de Beauvoir. Las casas de comercio se ven repletas de público, y los mercaderes se atiborran de circulante, aunque algunos viertan lágrimas de cocodrilo. Aquí los porteños trabajan, estudian y se divierten en paz y gracia de Dios. Aquí no son ustedes satélites ni turi- ferarios de ninguna potencia foránea, sea roja, verde o ama- rilla. Aquí los argentinos son independientes y gozan de las cuatro libertades que apetecía el finado Roosevelt... En este preciso instante interrumpe con cierta violencia Google ILUSTRACION ARGENTINA FEBRERO, 1954 al orador un conocido diputado de la oposición para demostrar que en 1922 la Unión Cívica Radical, etcétera, etcétera. El doctor Lufoke aprovecha la pausa para mandarse a la bodega el cuarto whisky. Ignora con exquisito gusto la interrupción, y prosigue: —Lo único que no me explico en los porteños es su afi- ción a los ruidos callejeros y su antipatía por el silencio. Yo no he podido dormir tranquilamente una sola noche, ni em- plear con calma un solo día. Desde que he llegado, tengo los nervios de punta. El tránsito es aquí estrepitoso, horrísono, fragoroso, retumbante y catastrófico. ¡Qué tranvías más sono- ros los de esta bendita Buenos Aires!... Y las bocinas de los automóviles... En Nueva York, pese a sus trece millones de habitantes, no se vye un solo claxón. Y en todas las grandes urbes ocurre más o menos lo mismo. El silencio es sagrado. Aquí, en cambio... No solamente en cada esquina los cho- feres, amateurs o profesionales, le dan a la trompeta con sal- vaje entusiasmo, sino que a cualquier hora, —y sobre todo de noche— la tilinga desde su Chevrolet, o el parásito desde su Cadillac, por no darse el trabajo de echar pie a tierra y llamar a la puerta de la casa con el timbre, empiezan a los bocinazos para recordarle la cita al amiguito o la amiguita que dormitan en un octavo piso o en el interior de un inquilinato de depar- tamentos. ¡Es espantoso! ¡Es cataclismal! Si en el justo momento en que rugen las bocinas Antonio Molina gorjea una nota que es como un delicado hilo de cristal, o el conferenciante ice por fin algo que vale la pena, o vuestra amada balbucea el suspirado sí... ¡estáis arreglados!, ¡estáis listos! Resuenan en la calle las bocinas de los coches, el fragor de los tranvías, el vozarrón de los heladeros, tal cual si estallaran a un mismo tiempo las dos bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Y os quedáis para siempre sin la nota exquisita del cante fla- menco, sin la frase interesante del orador y sin el sí decisivo de la tímida niña... ¿Cómo se va a defender la población contra un ataque sorpresivo si aquí, v.gr., los gansos del Capi- tolio no podrían haber oído al enemigo que se aproximaba cauta- mente? San Pedro no hubiera podido escuchar el triple qui- quiriquí gallináceo, ni Juana de Arco percibir las voces celestes, ni Poe el roce del ala del cuervo a medianoche, ni los inmor- tales Romeo y Julieta el canto de la alondra. ¡Y qué decir del glorioso personaje que muere y susurra apenas sus últimas palabras, tal como lo hicieron en el trance postrero Goethe, Nerón o Rodolfo Valentino! El mundo futuro las ignorará per in secula, porque en el preciso e histórico minuto pasó un tranvía, sonó una bocina o bramó el vendedor de helados... Meditad, ladies and gentlemen, a cuán lamentables excesos puede conduciros vuestra incurable afición a los ruidos, vues- tro desdén por el noble silencio, y brindad conmigo este quinto whisky en memoria de todas las divinas músicas y de pda las aladas palabras que ahogó por siempre jamás el estrépito rim- bombante de las calles porteñas. Dijo, calló, y bebió como un sabio. “Juego de té, 4 piezas $ 6.500.- Bandeja $ 5.500.- Un refinado diseño y un extraordinario valor artístico distinguen a estos > exquisitos juegos de té de plata sellada. WRIGHT BAZAR INGLES Establecido en Buenos Aires desde 1879 AVDA. DE MAYO 853 — RIVADAVIA 854 Digitized by Go: gle AÑO 369 — NUM. 1044 FEBRERO, 1954 SUMARIO PORTADA, por Roberto Baldrich ESTRUENDOPOLIS, por El Director 5 MADRES E HIJOS EN LAS PLAYAS 28 MANELIC Y LA DRAMATICA DIRECTA, por Clemente Cimorra 29 COMIDA Y BAILE OFRECIDOS POR DON RAUL A. FIRPO Y SU ESPOSA 30-31 VESTIDO DE ALGODON RAYADO 32 MATRIMONIOS JOVENES EN MAR DEL PLATA 34 “MARIA LUISA ITURRALDE, QUINCE AÑOS, RUBIA. .-”, por Silvia Martins 35 MODELO DE GUIPURE 36 TAILLEUR DE SEDA 37 LA VIDA LITERARIA, por Silvina Bullrich 38 FINAL DE POLO 39 TRES INTERESANTES DISEÑOS 40 LLAMATIVO ' PANTALON Y SWEATER 41 COMPROMISOS 42 PRIMAVERA, CRITICA CONSTANTE, por Goli Moyano 43-44 FIN DE AÑO EN El OCEAN CLUB DE PLAYA GRANDE 45 CUANDO SE OFRECE UNA COMIDA, por Mario Luis Descotte 46 RETRATO DE UNA DAMA, por Pedro Pablo Rubens 47 ELEGANCIAS FEMENINAS EN LA RUSIA DE LOS SOVIETS 48-49 “DIEZ DIAS Y NUNCA MAS” 50-51 PRESENCIA Y TRANSITO DE FRAY MOCHO, por María del Pilar Bescós de Siboni 52 CARAS JOVENES A PLENO SOL 53 INTERIORES MODERNOS 54 MODELO EN LINON BLANCO 55 CARNAVAL EN BASILEA, por Diego Maturana 56-57 SOBRIO CONJUNTO PARA PLAYA 58 SHORTS Y BLUSA DE ALGODON RAYADO 57 MUNDO DIPLOMATICO 60-61 CONJUNTO EN LANILLA GRIS PERLA 62 BAILE OFRECIDO POR DON MANUEL ORDOÑEZ Y SU ESPOSA 63 NOVIAS 64-65 SLACKS 66 LIBROS DEL MES 67 ARTES Y LETRAS 68 ¿QUIEN ES CURSI?, por Stevenne Tipidall 68 AL AZAR DE LAS LECTURAS 70 El AVERIGUADOR, por Pescatore di Perle 74 Revista adherida al Instituto Verificador de Circulaciones. Original from UNIVERSITY OF MINNESOTA sonrie desde la pantalla, sabemos que es para arte maravilloso y Porque su gracia, iguala a su belleza,... ¡que es mucha! A Joan Taylor nos invitarnos a gozar de su del encanto de su figura. oz10g > £oPUPUIAY $1. GALERIA DE ESTRELLAS DEL SEPTIMO ARTE / WILTON nos ofrece en los mejores LA MEJOR tabacos americahos, SELECCION EN el más fino y CIGARRILLOS delicado de los bouquets. RUBIOS Es un rubio, Estrella del film Paramount “LA LANZA ROTA" imposible de igualar! cc CNTA NE>U | A E Er á Hrasctra Dar Die Original from Digitized by Goggle RANCESCO CINEMA NS CFIMINIESIDAL YUSTE publicidad RT, en el orillo La mar Para los que saben invitar... distinguir... gustar... INDUSTRIA ARGENTINA Prod. Reg. Min. Salud Pública de la Nación. Cert. N> 10959 CHAMPAGNE Santa Angela Fermentado en botellas +0) iovinoso Productores y Distribuidores Bodegas CALISE S.A. Uriarte 1656 Fundada en 1888 Original from Digitized by Goc ¡gle UNIVERSITY OF MINNESOTA PUEYRBEDON COMO NOS HEMOS Jl Pregúntele a los que han viajado Quo en las lujosas motonaves ANNA C y ANDREA C de la famosa LINEA “C”... L y todos se mostrarán encantados de su viaje En éstos navíos, un viaje a Europa / / , se transforma en inolvidables días de placer!... Eo) Al desembarcar, esa exclamación h del joven matrimonio refleja su agradable vida a bordo. Véalos Ud... y decídase a viajar por LINEA “C” A P - Mea iii RIOS AS UN y > AZ a 4 de GENOVA : La ' los Ag. Generales: Informes y pasajes: En su Agente ti Ameropair S. - Agencia Morítima DODERO Tucumán 421 Buenos Aires Original from Digitized by Go gle UNIVERSITY OF MINNESOTA Panagra le brinda más E iba MAS velocidad. El Pacífico, primer servicio turista en Sudamérica con veloces aviones DC-6B y cabina altimática y único exclusivamente clase turista por la costa Oeste, donde los pasajeros, sin distinción, disfrutan de las mismas ventajas. 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ESDE que Tespis inventó sus os y sus más- caras e inventó también la tragedia — palabra que quiere decir el canto del macho cabrío, según Horacio y por un ritual de aquellas representa- ciones, — el teatro viene siendo el arte más popu- lar y también el más en tela de juicio. Se habla siempre de su situación y de su decadencia. Se tientan y buscan nuevos caminos y se dice que cada tiempo moderno y diferente nece- sita un teatro de otro signo. Cualquier lector medianamente avisado sabe cuáles son las últimas tendencias y los hallazgos de nuevas fórmulas reales o aparentes. ¿Y cuál es lo verda- deramente nuevo? Desde el pirandelismo, que se encuentra va nada menos que en el Quijote — ¡qué no habrá allí! — cuando hidalgo y escudero, siendo de ficción, se ven en una historia real y escrita, borrándose así las fronteras de ficción y verdad, hasta el último ismo, que siempre será el penúltimo. : Y si se acierta tan difícilmente con los nuevos ensayos de maneras, ¿cómo serán de justamente olvidables las antiguas y desechadas? ¿Cuáles son dignas de no serlo? Pues, por ejemplo, lisa y llana- mente, el teatro directo, cu- yo destino es vivir siem- pre. Si andamos a la bús- queda de autores y obras que lo ejemplarizan no busquemos por derroteros demasiado exóticos ni en épocas ni en medios sin- gulares. Ahí se halla la fá- cil memoria de Angel Gui- merá. Uno de los Botes: típicos para nuestro Caso por ser común y no bri- llante su caudal fuera de su genio concreto. De esa derechura de la acción que ro pide más recursos ni más apoyos. Su léxico fru- gal, por no decir pobre, no resta nunca a sus escenas medida dramática y saca de sí mismo, en la austeridad, eficacia emotiva y expresiva ape- nas superable. Una lengua casi siempre tosca y común que se valoriza y crece sólo por la fuerza y la verdad de los caracteres que pone en pie y que se sirven de ella. La con- tinencia verbal es uno de sus sellos y también la continencia lírica, pues aunque algunas veces el lirismo quiere su vuelo, como en el pastor de Tierra baja hablando Je su visión de las estrellas, lo lírico brota siempre naturalmente del drama. Guimerá, que vivió sosegadamente en el seno de la fa- milia de su amigo Aldavert, no tenía en aquella casa más que un número de libros, menos que en la biblioteca de cualquier lector común. Aunque suene a tópico usado, leía preferente- mente en la vida. En realidad, para su teatro — se en los dramas históricos, que tampoco la piden demasiado — no le hizo falta gran erudición. Relegando al desván de lo menos importante su pe- «ay Google UNA ESCENA DEL SEGUNDO ACTO DE “''TERRA BAIXA'!. ANGEL GUIMERA. ríodo de dramaturgo histórico, comienza con La hoja, de 1890, el sentido de planteamiento de los problemas actuales sociales y humanos. Todo esto culmina primeramente en María Rosa, donde la heroína se debate entre aquellos dos amores: Andrés, su marido condenado a presidio, aunque no culpable; y Marsal, el verdadero criminal, precisamente y solamente e su amor. Todo es simple y directo. El corazón de mujer de María Rosa lucha entre el deber y la pasión, y cuando, muy humanamente, se va a doblar a la segunda, ob- tiene a cambio del beso que define la entrega la confesión del asesino. Entonces le apuñaia y la sangre enrojece y en- noblece el choque entero de pasiones, como en las tragedias antiguas. La verdadera cima de su obra, como se sabe, es su Terra baixa, y su personaje cimero y macizo, Manelic. Es un sím- bolo. Un símbolo del irredento, del condenado a sentir su propia inferioridad, del vejado en lo más hondo cuando su vida simplísima en su ambiente de la montaña no percibía afrenta alguna. Se puede decir que toda la vida se presentó en la literatura y en el teatro al héroe rús- tico, al incontaminado, al hombre de sencillas pa- siones justicieras por ins- tinto, víctima de la civi- lización maliciosa comple- ja de la ciudad, de los po- derosos, del abuso de los avisados, etc. Pero muy ra- ramente se ha llegado al bárbaro y lógico vigor con que se da todo ello en Ma- nelic. Y, por otra parte, el autor desdeña que el lugar común lo sea, cien y mil veces, porque el prejuicio de la originalidad de tema no atosiga a los dramatur- gos de lo que estamos lla- mando el teatro directo. En el fondo, la temá- tica del autor catalán — no importa que hubiera nacido en Las Canarias — se influye tanto de los hechos reales que una buena parte de sus conflictos son eco del que le hizo sufrir en vida. La mujer a da amaba tuvo que aceptar por disposición paterna a un hombre más rico y de más sólido porvenir. Las variaciones y traslaciones de los dos términos de una pugna así se repiten en su obra. De ese paso firme y seguro por la realidad sale esa fuer- za poética en su propio vigor, que en muchos momentos alienta en su obra. Manelic crece y se hace gigante en su ingenuidad y en su destino de víctima humillada cuando cuenta su lucha con el lobo por defenderlas a ellas, sus ovejas: “Y no sé cóm va ser, que m planto al milf del camí per ahont havía de passar el lloparro... Y al entornánrsen la Peñas ab la ovella al morro, sentrebanca ab mí, y jo ab ell, y m'hi abrahono, y (Concluye en la página 72) Don Raúl A. Firpo y su señora, Marta Devoto de Firpo, ofrecieron una comida seguida de baile en obsequio de su hija María Marta Gladis Perkins. Carmen Ayarragaray Nazar. Elena Gache. Fotos Ricardo Mónica Frias Uribelarrea. Cecilia Noetinger. Marina O'Farrell. $ IICA > o a Angélica Rueda Bunge. María Inés Urquiza Anchorena. María Lavallol. Estela Conde Cazón. pe e Georgina Funes Lastra. Marta Bosch Alvear. Rolly Sáenz Valiente. Dolores Inés Howard. Ana María Brenta. Elena Vidal Echagie. María Elena Cullen. Teresa Bernal Giribone. ul y blanco Vestido de algodón con rayas en a Google _ : AE dl y ¡SEA ra o ELN 74 E 2 E ed p É » FS Ed Ud ' A o 4 el a Modelo para playa realizado en seda gris MATRIMONIOS JÓVENES EN Mar DeL PLATA Pablo Gorostiaga y Estela Luro de Gorostiaga. fotos Alexandro p e E ja yd : EE: Py Pe A a k HH cm > E Ñ y. $ e. e FAA «E "l se 42 IR UNIV Atlántida Enrique Urien e Inés Duncan de Original from ERSITY OF MINNESOTA Urien. 34 Federico González Frias y Sofía Bunge Gallardo de González Frías. 35 +» Febrero, 1954 “María Luisa Iturralde, quince años, rubia...” por Silvia Martins Para AtLÁNTIDA. Bucnos Aires, 1954. habla de su infancia. —No es mucho lo que recuerdo de mis primeros años. Nací en Saladillo, y también viví en General Alvear, pero, niña aún, me trajeron a Buenos Aires para ingresar en un colegio. Quedé pupila en el de la Providencia, y a las buenas hermanitas de mi formación. ¡Cuántas horas sere- nas de mi vida transcurrieron entre los viejos muros de esa casa de estudios! De los pocos años que vivi en la provincia no conservo muchos recuerdos. Uno, muy borroso, es el de un malón, del que sólo vi una polvareda, a lo lejos. Pero en mi casa hubo una sirvienta que contaba que su madre había estado varios años cautiva de los indios. Mientras vivimos en General Alvear comencé a recibir instrucción primaria, mati- zada con recitaciones, dibujo y piano. Yo seguía estos tres últimos estudios con gran placer. Me encantaba recitar. Yo creo que a casi todas las niñas les gusta, ¿verdad? — dice la señora de Porcel, sonriendo. — Yo lo hacía con gran seriedad, y creo que con bastante soltura. De todas maneras, los am- plios gestos con que acompañaba los recitados me servían la lucir una hermosa pulsera que mi padre me había regzlado y de la que yo estaba muy orgullosa. Los últimos años de mi infancia y los primeros de mi juventud estuvieron entris- tecidos por la dolorosa pérdida de mis padres. Muy jovencita, me casé con Eduardo A. Porcel, que supo ser esposo y padre ejemplar. —¿Cuántos años tenía usted cuando se casó? —Diecisiete, nada más. La ceremonia religiosa fué en la Capilla Arzobispal, y bendijo mi matrimonio monseñor Anei- ros, que era el arzobispo de Buenos Aires. Él mismo me había confirmado dos años antes. Esa ceremonia era el broche de oro de un noviazgo que había comenzado una noche de San Juan. —Cuente, cuente — la instamos. —Conocí a mi marido, como les digo, una noche de San Juan. Fué en la casa de una señora amiga. Ella ya le había hablado de mí muv elogiosamente, porque me aprecia- ba mucho. Y todos los datos que le había dado, mi marido Erisiá la señora María Luisa Iturralde de Porcel nos Doña María Luisa Iturralde de Porcel en la actualidad. los había anotado en una libretita. Yo mis- ma pude comprobar- lo después, y esto me causó ets gracia. En aquella hoja se leía: “María Luisa Iturralde, quince años, huérfana de pa- dres, rubia”. Yo de- moré un poco en lle- gar a la reunión, y se gún me contaron, el que había de ser mi marido le preguntaba a la dueña de casa, cada vez que entraba un grupc: “¿Cuál es? ¿Cuál es ella?” Por fin entré yo. Y al verme pasar le dijo a la dueña de casa: “Si es aquella rubia, y me acepta, me caso con ella.” Y nos casamos. Se imaginarán ustedes con cuánta emoción he recordado después la fiesta de San Juan y las famosas cedulitas. —¿Cuáles son sus pasatiempos preferidos? —El teatro y la lectura. La lectura es, para mí, más que un pasatiempo, una pasión; porque aún hoy suelo leer hasta la una o una y media de la mañana. Leo prosa, versos, sin mar- cada preferencia por ningún autor. He leído muchos autores argentinos que me han parecido magníficos. —¿Y qué leían las jovencitas de su tiempo? —Novelitas rosa, desde luego, y versos, muchos versos, como las jovencitas de todos los tiempos, creo vo. Pero los au- tores románticos franceses ocupaban el primer lugar en la pre- ferencia. ¡Ah!, esa Graciela de Lamartine, tantas veces leída y releída por muchas; y por mí también, porque ese libro fué uno de los regalos de mi esposo cuando éramos novios. Yo encon- traba un gran placer en la lectura de esas novelas, y tal vez fuera porque las leía en su idioma original; aún hoy tengo cl placer de hacerlo. —¿Qué nos puede decir de las diversiones de su tiempo? —He asistido a muchas fiestas en clubes, en el del Pro greso, en el Jockey y en el del Plata; pero más que las fiestas me gustaba el teatro: Ibamos mucho al Colón; y les voy a contar un episodio imborrable para mí, por lo emocionante y lo trágico, que tuvo lugar en esa sala en 1910. Fué el día en que pusieron una bomba los anarquistas. Aquella noche se cantaba Manón, de Massenet. Yo no estaba muy decidida a asistir a la función, pero mi esposo, que llegó esa misma noche del campo, estaba entusiasmado, y fuimos. Magnífica la fun- ción; recuerdo que cantaba aquella noche el tenor Anselmi. Es- taba en el segundo acto, cuando se oyó una explosión. No fué grande el ruido; tanto que yo pensé que habría estallado alguna bombita eléctrica. Pero pronto caí en la cuenta de mi error. Hubo heridos, pero no sé cuántos fueron. ¿Se imaginan ustedes la confusión, la nerviosidad y el desconcierto del momento? En la platea y en los palcos, gente ansiosa de salir cuanto antes del teatro, y en el escenario, la diva, desmayada. socorrida por el tenor. Pero no se podía abandonar el teatro. Cuando la po- licía hubo hecho las comprobaciones del caso y empezamos a salir, encontramos a cientos de personas, en su mayoría pa- rientes de los asistentes a la función, que habían corrido al teatro a buscarlos con ansiedad. Pero cuando me di cuenta cabal (Concluye en la página 72) Original from UNIVERSITY OF MINNESOTA Un gran lazo que marca el talle cae en forma de panel en este modelo de guipure. Pierre Balmain. Digitized by Google Original from UNIVERSITY OF MINNESOTA illeur de ottoman de seda a cuadraditos blancos y Ta 1cci. negros. Es creación de Nina R | from Origina UNIVERSITY OF MINNESOTA y » ( " f a Goo d by igitize [D) LA VIDA LITERARIA El testimonio Para AtLÁNTIDA. Buenos Aires, 1954. el Premio Goncourt: Le Temps des Morts, de Pierre Gascar, y miro pen- sativa una pequeña pila de libros argenti- nos que me dispongo a juzgar hoy. Siempre me he eos por medir los libros nues- tros con la misma medida que los extran- jeros, por no hacerles deshonrosas conce- siones, por no ser, frente a uno de nuestros valores, más desdeñosamente benévola ni más malévola que con los otros. Quisiera no marcar ninguna diferencia, pues creo que no somos meros continuadores de una literatura mundial, somos “escritores argen- tinos” con nuestras características propias, nuestros defectos, nuestras cualidades. Y es al cerrar el libro de Gascar que se me reveló una de nuestras irremediables limi- taciones: nos falta imaginación, nuestras vidas, semejantes a la mayor parte de nues- tra tierra, llana y tendida, se parecen unas a otras, se nivelan sin premeditación, no buscan o no encuentran más sacudida que la de las propias pasiones juiciosamente respaldadas por los siete ios capitales. Lo que llega de afuera, lo monstruoso, lo imprevisible, la gran aventura inhumana de la guerra, las grandes aventuras de exploradores de selvas, de mares, de busca- dores de oro, no parecen habernos rozado; escribimos como desde un cuarto de enfer- mos a la vez aplacados y febriles, últimos testigos de una civilización hecha a la me- dida del hombre, a la medida del burgués. Supongo que en La Sala de Espera Eduardo Mallea quiso levantar testimonio, una vez más, de esta monotonía que cons- tituye nuestras vidas, atadas todas a la mis- ma cadena de la pasión carnal, huérfanas inconsolables de otras pasiones más nobles, más leales para el hombre que las sustenta, más sólidas para ayudarnos a vivir. Siete seres totalmente distintos entre sí en sexo, edad y posición social se encuentran en la sala de espera de la pequeña estación de un pueblo de campo. Siete seres en los cuales cualquier escritor que hubiera que- rido hacer gala de imaginación habra puesto inquietudes totalmente diferentes: la angustia de la cosecha perdida, las re- flexiones de un extranjero, la huída del huérfano de sus tiránicos protectores O cualquier otro de esos dramas que diferen- cian las vidas entre sí. Pero Mallea eligió una sola nota para que sus siete personajes crearan sin saberlo entre sí una sola atmós- fera, fueran casi un solo ser, un monstruo de siete cabezas con la herida incurable de una frustración sentimental. Ninguno de estos seres puede revivir su problema ínti- mo sin recordar al mismo tiempo con una precisión de maniático los objetos que fue- ron testigos de sus vidas y sus cambios de vidas. Esa preponderancia del objeto pa- rece subrayar con lápiz rojo la mediocridad de la vida interior de cada personaje, su necesidad de atarse a formas inanimadas para reconocer su propia forma y valorar sus propias evoluciones. La falta de autén- Gar el último libro coronado por Digitized by Go D CONRADO NALE ROXLO ticos valores para discriminar nuestras cla- ses sociales hacen de los objetos que rodean a una persona el termómetro que marca si asciende o desciende en la escala social. Estos siete relatos nos sitúan en esa triste pero indiscutible realidad de nuestra tierra. La personalidad de cada uno de los sujetos de la sala de espera cuenta po- co frente al drama sentimental que re- memoran. El primero ha buscado en el amor bienestar y dinero, hasta que sin que casi lo haya advertido todo esto pierde valor ante sus ojos y sólo cuenta su fracaso sen- timental. Fracaso sentimental es también el de la segunda, Violeta Méndez, que, como su predecesor, después de querer conquistar los bienes de este mundo, siente que sólo el amor compartido cuenta para ella. Fracaso sentimental el de Tomás Botón y el del joven matrimonio al que pretende ayudar; y también el del drama- turgo que por necesidad de encontrar un acicate en un amigo malévolo pierde la paz ESTELA CANTO Atlántida +. 38 de los libros por Silvina Bullrich de su hogar, el amor, y por fin a su mu- jer misma. Y también fracasa el amor de José Vido junto a la incomprensión de una mujer trivial, y fracasan los imposibles amores de Isolina Navarro, presa dentro de su fealdad. Ni siquiera el niño de doce años que está en la sala de espera rompe este clima de fracaso amoroso; no es vícti- ma de injusticia ni de muertes, es víctima del fracaso sentimental de sus padres, como si la frustración sentimental fuera el des- tino ineludible de todos los adultos. Y ese fantasma triunfante e irónico abre sus bra- zos inflexibles sobre la sala de espera. Nalé Roxlo, en cambio, no tiene ga- nas de hablar en serio, por eso usa su seudónimo de Chamico para escribir Mi Pueblo. Pero su ironía fina, su agudo don de observador impiden que este libro leve sea un libro liviano en el sentido despectivo de la palabra. Se trata de breves estampas sobre la vida de un pueblo nuestro hace veinte o treinta años y, en parte, también podría ser hoy. La iluminación, los regalos de bodas, el teatro, el jefe de estación. en fin, todo lo que forma la personalidad de un pueblo está ahí pintado con una gracia ingenua, casi con seriedad. Los términos que emplea el autor para transcribir un “sumario policial tipo de los que levantaba el comisario de mi pueblo” son de una exactitud que quien haya frecuentado mucho el campo argentino podrá apreciar en su justo valor. Aquí la gente simple lo es de los pies a la cabeza, de afuera y de adentro, como en los libros de Daudet. Las ilustraciones hechas por el mismo autor revelan su afán de identificarse con lo sen- cillo, lo casi infantil; no. recordamos en ningún momento su lirismo de poeta, pero en cambio encontramos, pese al tono bur- lón, la poesía de lo humilde, de lo cotidia- no, de la enorme importancia que le da la pequeña gente a las pequeñas cosas. ntre nosotros no abundan los no- velistas, sin duda por lo que dije al em- pezar: por la falta de desniveles a los que pue:x'1 aferrarse la imaginación. El Hombre del Crepúsculo, de Estela Canto, es, sin embargo, otra de las novelas de las que la crítica debe ocuparse. No es un libro cuya aparición marque una época ni una nueva escuela; no sienta tesis, no se detiene en problemas psicológicos ni sociológicos. Sus ambiciones son netas y medidas: es simplemente una buena novela. Sus perso- najes no tienen más valor que el que les presta la anécdota; para ella han nacido y para ella viven y mueren. No pretenden ser personajes tipos, y, como ocurre con las creaciones de nuestra imaginación, tienen vidas semejantes a las nuestras, carentes de heroísmo y de grandeza y de originalidad. Pero se mueven en una atmósfera donde cualquiera de esas palabras podría tener cabida. Sus ademanes cotidianos están ali- vianados por la frecuentación continua con el mar, la soledad, el paisaje de una playa fuera de estación, cosa que la sitúa casi (Concluye en la página 72) Original from ERSITY OF MINNESOTA Fina be Pomo entre La Ática y (CORONEL SUAREZ EN EL Campo De Pomo en PaLermo Fotos Ricarde Carolina Urquiza Anchorena y Delia Zavalía de Santamarina, Susana Zorraquín Fernando Santamarina y su esposa, Amalia Vela Isamendi. de Clusellas y Margarita Detchesarry de Bullrich. María Grondona de Santamarina. Caseros Urquiza Anchorena con su señora, María Diógenes Urquiza Anchorena Carlota Gowland, y María Urquiza Anchorena. y María Marta Rueda. Lily Duggan de Cané llega al campo de juego acompañada de su hijita Magdalena. say Google Tres interesantes diseños para la temporada veraniega italiana creados en Florencia. Capucci de Roma presenta este sacón color palo de rosa acompañado por un pantalón estampado a grandes lunares. Dioitized bi Digitized by (GO gle Original from ITY OF MINNE Llamativo pantalón rayado en blanco y azul con sweater azul marino. Manguin Google rd! ATAR María Luisa Agote Peró, comprometida con Carlos A. Ledesma. Luce en la foto traje de tussor celeste, Lata drapeada y falda con tablones sueltos. Zapatos y cartera en charol negro. Abajo: vestido de algodón americano color naranja con pintitas doradas. Ana María González Chaves, con Juan Manuel Suárez Hearne. Traje en plu- meti celeste con puntos blancos. Gran moño en el hombro de la misma tela. Abajo: Traje de dos piezas en shantung azul Francia. La cartera es de cuero de cocodrilo colorado. Zapatos tostados. Y, - A COMPROMISOS Fotos Claros NIVERS Dina Atlántida +. 42 Isabel Grondona Pereyra Iraola, compro- metida con Jaime Achával Miguens. En la fotografía viste un alegre traje reali- zado en chintz celeste con grandes flo- res. Abajo: dos piezas confeccionado en surah de color gris con flores turquesa y cinturón de la tela. A á a á HAT Dr AA 43 . Febrero, 1954 Primavera, crítica constante Para AtLÁNTIDA. Buenos Aires, 1954. NA mañana de sol, mientras caminaba yo por Florida, distraída, ausente, tratando de pensar en el tema para un supuesto artículo de actualidad e interés — sin resultado alguno, — tropecé con mi amigo viejo, el hombre que vive en el pasado. Al oír de mis apuros elaboró inme- diatamente media docena de ideas, que iba descar- tando a medida que se presentaban. Por fin se enamoró de la más original: “—Algo acerca de la primavera que terminó, o del verano que em- pieza” —dijo con aire inspirado, llena la redonda cara de gozo, ante su propio generoso gesto y magnífica ayuda. “— Claro — continuó contento. — La primavera en Buenos Aires, esa primavera que ha muerto... Tal podría ser el título, ¿qué te parece? —” Y en seguida, sin escucharme: *— SÍ, suena bien, algo así como: La primavera ha muer- to.” — Una vez decidido el título, mi amigo viejo, sin considerar mi opinión, me obligó a tomar nota de lo siguiente: “_Ya no hay primavera en Buenos Aires, decía don Manuel (, viejo porteño de los de antes, a un joven que lo escuchaba respetuoso, pero no convencido. En sus tiempos, al florecer los claveles, florecían las galanterías, los requie- bros espirituales murmurados al oído de la mujer que pasaba. Entonces todo era amabilidad, corte- sía; el caballero cedía íntegra la vereda a una se- fora, importando poco que la conociera o no, y lo hacía previo el sombrerazo v la reverencia de estilo. Si era una jovencita quien cruzaba su ca- mino, el caballero mantenía su lugar, porque la edad tiene sus privilegios, pero buscaba una frase amable para elogiar los ojos, el talle o la manera de caminar. La niña siempre agradecía; con una palabra, si se lo permitía su criolla viveza, con una sonrisa o por lo menos una mirada, si era corta de genio. “En cambio en las primaveras de ahora — se quejaba el viejo porteño — no hay perfume de cla- veles, ni frases galanas... La espiritualidad se ha perdido, y el lenguaje que emplean los jóvenes es simplemente horroroso”. Sin ir más lejos, la otra tarde le había di- cho un piropo a una vivaz morochita que cami- naba por Florida como si fuera dueña de la calle, y ésta, trémula de indignación, le había espetado con feroz desdén: ¡Viejo mamarracho! Ya estaba yo a punto de interrumpir, cuan- do me di cuenta de que mi amigo, siempre lu- chando con su fantasía e indiscreción, había in- tercalado, sin duda, una aventura personal. Siguió, pues, sin interrupciones: — “Porque, debes be no hablaba don Manuel en esta pri- mavera, ni siquiera en la pasada. Buenos Aires está concluído, sentenciaba, en un ambiente de cortinajes punzó iluminados con pesadas arañas (1) Don Manuel Pérez del Cerro, el paquete Cerro, a Quien cita Félix Armesto en su libro Mitristas y Alsinistas. Digitized by Go gle ER MARIQUITA SANCHEZ. BERNARDO DE IRIGOYEN JUAN MARIA GUTIERREZ. por Goli Moyano de gas. En los floreros, los jazmines cultivados en la quinta de José Gregorio Lezama , perfumaban el ambiente, y “una lánguida música de valses llegaba desde un estrado. Jovencitas de polisones escrutaban sus carnets de baile para adelantar de contrabando el turno a algún mozo de larga barba patriarcal y alta bota de charol bajo el frac cor- tado por Dudignac. De la calle venía el sonoro pe de los cascos de los caballos sobre las pie- ras del pavimento, y la voz sin tonalidades de un lacayo anunciaba desde la puerta: — Etelvina Ocampo de Tejedor y el doctor Carlos Tejedor; Carmen Olascoaga de Irigoyen y el doctor Ber- nardo de Irigoyen; Remedios Oromí de Acosta y don Mariano Acosta; Carmen Nóbrega de Ave- llaneda y el doctor Nicolás Avellaneda. “El almanaque señalaba el 25 de septiembre de 1874, y don Manuel decía estas cosas en el gran baile que en honor de Avellaneda, presidente elec- to de la República, daba don Andrés Egaña en su magnífica casona de la calle Belgrano. Llegaba la pareja presidencial agradeciendo los discretos aplau- sos con el gesto condescendiente de monarcas por derecho divino; todos elogiaban la belleza morena de Carmen, porteña al fin y al cabo, pero no fal- taban algunos mitristas malintencionados para quie- nes el tucumano taquito se había pillado en serio la majestad del cargo. : “Seguía el vals sus giros, que mareabán a don Manuel. ¡Ah, los bailes agarrados, en que las niñas se abrazaban con los mozos a la vista y complacencia de todos!... : “Pero se abrazaban mudos, porque la juven- tud de ahora con las maneras “modernas había perdido el espíritu. ¡Qué distintos a los minués de su tiempo, tan elegantes, con sus figuras y re- verencias, donde se aprovechaba una evolución para deslizar alguna galantería, a veces hasta una declaración!...” Yo no puedo evitar un gesto de protesta que mi amigo no ve; nunca ve. Máxime a esta altura, absorto como está en su narración, confundién- dose él con los personajes de sus historias, de esas historias que él vive, escribe, y hasta inventa. Sólo quería decirle que los minués eran para esa época de alambique una expresión adecuada de espíritu rococó, y que por lo tanto no podía so- brevivir a su artificialidad. Como en efecto suce- dió. Y que el vals, el tan criticado vals de don Manuel, hoy en día una reliquia, era ya un sal- to, unos giros graciosos, unas vueltas ligeras hacia la libertad, hacia esas revoluciones que ya habían empezado a aparecer junto con la libertad del ser natural de la época romántica. Continuaba don Manuel recordando, por boca y carne de mi amigo, el famoso baile del club del Progreso en la primavera de 1852, donde Már- mol y Juan María Gutiérrez improvisaron sendos brindis en verso. “¡Se había llevado muchas cosas el tiempo! Hombres, mujeres, frases... Frases so- bre todo que su memoria ya no le traía”. Precisamente, pensaba yo, era en ese baile del Club del Progreso donde había exclamado don Santiago Calzadilla: “—¡Ya mo hay primaveras en Buenos Aires! ¡Ya no hay flores ni palabras gen- tiles!” — Don Santiago añoraba en 1852 los tiem- pos del Restaurador, perfumados de heliotropos, las inquietudes patrióticas del bloqueo, los miércoles luminosos de Palermo junto a Manuelita y su corte de princesa criolla, el famoso baile en lo de Original from SINIVERSITY OF MINNESOTA Matheu en octubre de 1838, donde leones de alto cuello almidonado, corbata de varias vueltas y me- lenas románticas recitaban las novedades de Es- pronceda o Zorrilla a niñas de blusa de raso y liso peinado en bandós bajo los grandes peinetones. También había alvidado nuestro En Calza- dilla que fué en ese baile en lo de Matheu donde ovó quejarse de los malos tiempos de hoy a don Vicente López, para quien no existieron otras pri- maveras que las de la Independencia, cuando en el salón aromado de diamelas de Mariquita Sán- chez oyera embelesado cantar su Himno a Reme- ditos Escalada y Carmen Quintanilla, vestidas con los sencillos trajes de amplios escotes y peinadas con tirabuzones a la moda imperial de rigor. Y tampoco la memoria frágil de don Vicente regis- traba a su vez los plañidos escuchados en lo de Mariquita a un respetable capitular de trencilla y gregitescos, quien aseguraba que había muerto para siempre la estación florida en Buenos Aires, que ya no volverían esas tardes olorosas de limo- neros de las tertulias virreinales, cuando los mozos hablaban con los ojos nada más, pero con tanta elocuencia que las niñas bajaban ruborosas la mirada, encendidas de grana las mejillas. Si siguiera remontando la Historia, no dudo encontrar en la primavera de 1580 a Juan de Garay, recostado en el rollo de la Justicia junto a la barranca, en una ciudad aún no amanecida, olorosa de flores de cardo y de pastos bravos, toda horizonte de pampa y de río, sin casas, ni calles, ni plazas, escuchar sin convicción las quejas de algún viejo capitán llegado con Mendoza: “—¡Ah! mi señor Don Juan, muy otros eran los tiempos de antaño. Nuestra Señora del Buen Ayre ya no es la misma que levantara don Pedro en aquestos precisos sitios. Los mancebos de hogaño ya no fa- blan pulido lenguaje; no gastan honradas mane- ras. Si hasta el buen ayre que dió nombre a la ciudad acabóse para siempre...” Sí, la primavera ha muerto, y con ella los requiebros galantes y el perfume de las flores. Pero ¡ha muerto tantas veces! Supongo que quien escuchara a don Manuel en el baile de Egaña, ya en los años del novecientos, repetiría la acos- tumbrada frase en el Pabellón de los Lagos o en el Palais de Glace, entre el perfume de las rosas v la música de los lanceros. Y algún mozo que la oyera incrédulo allí, repetiría lo mismo, con- vencido, en 1925, indignado por los subrepticios apretones de mano a la salida del Gran Splendid, o la estridente, incomprensible música de los char- lestones, o mareado por el exceso de Carnaval de Venecia de las niñas de talle por las rodillas y aire de incomprendidas bajo los sombreros cloche. Vuelvo a escuchar su voz, que de pronto suena cascada. “La primavera ha muerto; pero todos los años asistimos al milagro de su renacimiento. En los atardeceres tibios vuelve a florecer con las frases; pasan las parejas envueltas en perfume de violetas. Ellas no son las mismas, ni, por supuesto, iguales las frases. El joven de 1925, al oír al ga- lán de hoy arrullar a su amada con frases como éstas: —¡Me gustás, taradita! — y responder em- belesada a la niña: — ¡Y vos a mí, desgraciadito! — estará convencido de que la primavera y la gala- nura se fueron para siempre de Buenos “Aires”. Ya con esto mi amigo entra en un sentimen- talismo decadente presentido desde el principio de nuestro... diálogo. El que hasta ahora había sido ligeramente sentimental; que aromatizaba sus pa- labras con un algo de cosa vieja exquisitamente perfumada con todos los olores de nuestro viejo Digitized by Go: gle CARMEN QUINTANILLA. VICENTE LOPEZ. CARMEN OLASCOAGA. CARMEN NOBREGA. CARLOS TEJEDOR. MANUELITA ROSAS. Atlántida +. 44 Buenos Aires, de ese Buenos Aires que él quiso resucitar por un momento, y en cuya existencia yo casi no puedo creer, pues olía a magnolia y no a nafta como ahora; él, que por momentos parecía sinceramente conmovido, apenado, demos- trando una sensibilidad maravillosa, un refina- miento exquisito, ese mismo ya no sigue fiel a él mismo; no reconoce que lo único que se ha ido sin remedio son sus veinte años. En 1954 su corazón ya no tiene el ritmo, ni sus arterias la presión de las tardes dominicales del Gran Splen- did. (Según sus propias palabras). De no ser así, hubiera captado el tono que vibra tras esas pala- bras absurdas, el tono que es toda la canción, co- mo dicen los franceses. Y habría comprendido que el amor es siempre el mismo, aun cuando las pa- labras y los gestos varíen y se presenten absurdos para quienes no pueden captar el tono; como lo son las evoluciones de la danza para quienes no sienten la música. Subrayo: mi nostálgico amigo nunca supo bailar, ni gustar de música. Por fin consigo inte- rrumpir: “—Buenos Aires cambia, es cierto, pero también es idéntico en todos los tiempos. La pri- mavera porteña es igual ahora en el bar del Ca- lifornia como lo fué en el Pabellón de las Rosas, en el Jardín Argentino o en la vieja Recova Colonial. Perfumada de rosas, de azahares, de jazmines o diamelas. Es la misma de siempre, tan comprensible para los jóvenes y tan inexplicable para quienes han dejado de serlo, tan fugaz y tan permanente como la juventud y el amor”. Me da la razón un poco a regañadientes, y continúa: “—Sí, sólo lo efímero es eterno, a con- dición de darse cuenta, por joven, de que se va. O tal vez de darse cuenta cuando se sabe ser viejo, v saborearlo precisamente por eso”. La voz cascada se pierde para mí: todo lo que mi amigo ha dicho no es cierto. No, cierta- mente no. La primavera ha muerto, para él, sí. Pienso en la crítica que ha hecho a la forma de hablar y comportarse de nuestra generación. Esos tan mentados piropos absurdos no son exclusiva- mente los que se oyen en esta primavera. El que haya oído efectivamente esas groserías no justi- fica que haga hablar a todos los jóvenes así. Nues- tro lenguaje ha cambiado, es cierto: pero siempre en función de la época en que vivimos, concor- dante con el movimiento estético actual, el cual es hijo de una generación que sabe hacer suya la experiencia de dos guerras; decidiendo al hombre por la verdad de la forma y no por la forma de la verdad, principio este último que no debemos olvidar al considerar el arte puro y la generación actual; error común a la generación compuesta por los hombres jóvenes del cometa Biale al Halley y de éste a 1925. Lo que él no puede entender es que hava- mos logrado desembarazarnos de los valses; que sepamos oler una flor sin darle otro significado, como hacían ellos, decadentes alegóricos. Habla- mos el lenguaje nuevo, como diría Kipling. El no entiende. Ni entienden por qué para nosotros el amor no es una poesía bonita, un guante, una rosa, sino algo total, una actitud que decide nues- tra vida con fuerza de destino. Ni siquiera pode- mos intentar sistematizar nuestra coquetería en el vestido ripioso; así, encontramos en las camisas desaliñadas la expresión de nuestra verdad tem- peramental e histórica. Somos más serios, más pro- fundos, más sensuales, más dolorosos que ellos. Y por sobre todas las cosas, mucho menos bonitos. .. Si algún valor tiene la generación de hoy, es el de haber preferido el ángulo a la curva. Original from UNIVERSITY OF MINNESOTA FIN DE AÑO EN EL OCEAN CLUB DE PLAYA GRANDE Elvira Nougués de Benvenuto, Carmen Hume de Menéndez Behety, Mariano Nevares y Alberto Amadeo. Beba Madero de Peralta Ramos, Francisco Peralta Ramos Carlota Chapar y José González Aguilar.*- - --- -, yHebe Lastra de Belgrano, Federico Ocampo y Elena Zavalía de von Bernard. ec 3Inés N. de Ocampo e Hilda R. de Menéndez Nicanor Costa Méndez y Eduardo Roca, con sus esposas. Juan Carlos Nougués y Ester Mejía. Suzy Mackinon de Oromi, Patricio Benvenuto y Enrique Pueyrredón. Original from Digitized by Go: gle UNIVERSITY OF MINNESOTA ES JE LS (DARA |] e PE y 7: e! (MM AN dd) (11) 0 EUA MAI Cuando se ofrece una comida Para ATLÁNTIDA. Buenos Aires, 1954. UANDO se rinde un homenaje que se cristaliza en el obsequio de una medalla, por ejemplo, nadie tiene duda sobre a derecho exclusivo del agasajado a llevarse la medalla. Aunque sea de lata. Todavía no se conoce el caso —ni aun entre los poetas surrealistas— de qe algún articipante en esta clase de actos se sa sentido defraudado o haya ini- ciado juicio por daños y perjuicios en virtud de no haber recibido, como e causante, el minúsculo obsequio. Si el objeto recordatorio consiste en un pergamino (sic) cada asistente ten- drá derecho a estampar su firma, pe- ro no el de reclamar para sí otro pergamino. En fin, que el agasa- jado es el que se lleva el regalo, aunque chos adherentes piensen que no se lo merece. Porque si así no fuera, no valdría la pena que el hombre de ciencia sacrificara su vida descubriendo antibióticos, el histo- riador inventando documentos, el in- vestigador folklórico reconociendo los huesos de algún payador legendario, el poeta pasando noches en vela bus- cando el consonante de cuerpo. Todo esto es de una lógica tan absoluta como el derecho del flaman- te esposo a escapar con su esposa la noche de bodas. Los invitados, por más atrayente que sea la desposada, sólo tienen derecho a continuar li- bando y a hablar del marido. Las inchachas solteras, a apretar contra su pecho el ramito de azahares. Las señoras, a sentirse nostálgicas... Y el solterón impenitente, a experimen- tar, por un instante al menos, el res- quebrajamiento de su voluntad. ¿Con qué motivo —pregunto— los que agasajan a un amigo con una comida tienen derecho a comer como el obsequiado? O se ofrece una co- por Mario Luis Descotte “> mida o se realiza una comida de ca- maradería: sin cabecera, sin protago- nista, sin discursos y sin la preocu- pación de nadie por estrenar una corbata de última moda. Adherir, pues, a una gastronómica demostra- ción no debiera implicar ningún de- recho a participar de la comilona. Como adherir a un homenaje póstu- mo no significa que debamos pegar- nos un tiro. Que coma solamente el agasajado, pues. Que para eso lo es. Y los amigos que le hagan ronda. De paso nos Ea de ese par de vecinos de mesa que nunca de mos quiénes son, pero que asisten a cuanto banquete se organiza por ahí. —Me voy a presentar: soy Juan García. —Yo soy Pedro Fernández — dirá el otro. Y como ignoran (mucha gente lo ignora) que jamás debe darse la mano cuando se está sentado a la me- sa, nos extenderán la diestra, que nos veremos obligados a estrechar. Y de acuerdo con las actividades del ban- queteado, mo nos salvaremos de la preguntita: —¿Es usted médico? —¿Es usted escritor? —¿Es usted comerciante? —¿Es usted quinielero? ¡Qué opíparo menú podríamos ofrecer a nuestro admirado amigo si decidiéramos que comiera él solo! Ca- viar, langosta, champagne francés. .., y los ma a vigilando la cena y aten- tos a cualquier inconveniente que se le presentara: una espinita, un huésa cito, un nervio, una papa hirviente. ... AS AA a MONO DE DE ANGELI PDEÁÉáTAA AS pd e UNIVE! —Ingiera una miguita, Manue- lito. —¡Formidable su novela! —¿Otra presa de pollo? Claro está que los asistentes de- berán proceder con mucho tacto para no atosigarlo con excesivas atencio- nes, preguntas y exclamaciones. Una persona puede tener talento para es- cribir una novela o un soneto, pero poca habilidad para comer caracoles, por ejemplo. Entonces será llegado el momento de liberarlo del mal trance dándole —paradoja de la buena edu- cación— la espalda y conversar todos en voz alta. Si ello no fuera suficiente entonarán una canción a coro. Lo esencial es que nuestro amigo se so- lace con la comida y no que pase un mal rato. Si se adoptara esta práctica las invitaciones in o así: “Los amigos y admiradores de Ma- nuel Munguía Peine invitan a Ud. a presenciar y vigilar la comida que se le ofrecerá con motivo de la apa- rición de su libro Los fetiches mueren de cabeza, rogándole adquirir un ejemplar, que dl autor autografiará esa misma noche. Precio de la adhesión $ 5.—”. Terminada la cena, el agasaja- do firmará las dedicatorias y se re- tirará entre vítores y aplausos, para subir a un auto que le estará espe- rando en la puerta del local. Recién entonces los amigos se sentarán a la mesa. ¿Imagináis lo animado de la conversación? ¿Imagi- náis cómo le silbarán los oídos al reciente obsequiado? No importa. El hombre ha comido espléndidamente su obra ha tenido ese día una sa- lida respetable. Del chisme y de la crítica negativa no se librará por los siglos de l siglos... IE AA O AO: . A E ABPRDER AR .. A a por PEDRO PABLO RUBENS S S y S S S E trato NS ERIN DA aia Google Elegancias femeninas en la Rusia de los Sovtiets N cualquier rircón del planeta las mujeres elegantes aspiran E siempre a lo mismo: a encuadernarse en ricas pieles en in- vierno, y a desencuadernarse todo lo posible en verano. La política ha dividido al globo verticalmente en dos mitades: el Occidente y el Oriente. La naturaleza lo hace en sentido contra- rio: horizontalmente. Y así tenemos los hemisferios norte y sur. Nos- otros —que pertenecemos al último— padecemos en estos días los ri- gores del estío, apenas mitigados por el exhibicionismo femenino. En el viejo mundo sufren en este mismo instante las inclemencias del frío. De allá nos trae el avión las últimas modas impuestas por los modistos de París... y los dibujantes de Moscú. Que también la gente del pueblo tiene su corazoncito, como se cantaba en La Ver- bena de la Paloma. Reproducimos aquí a título de originalidad le dernier cri so- viético. Como se ve, los artistas rusos se inspiran en las líneas y los adornos tradicionales de su patria, que han divulgado con tanto éxito los famosos ballets en los teatros de todos los países. ARRIBA.— Tapado de lana, con bolsillos verticales y puños abo- tonados. ABajo, 1z0.— Jerkin de lana, sin mangas. Adornos de cuero. Abajo, DER.— Delantal y pañuelo de satin con motivos bordados en colores vivos. jinal from OF MINNE SO IA y 49 + Febrero, 1954 Los pantalones también se usan en la Rusia de los Soviets. Son, naturalmente, de lana, como el chaleco. La blusa es de mangas largas. Indumentaria para entrecasa. Tanto el ves- tido como el piyama son de seda y llevan por adornos bordados realizados a máquina. Creaciones de los dibujantes N. Makarova, Z. Galkovskaya, D. Bogachev y N. Anuchkina. EZ DIAS Y NUNCA MÁS?” sión de este nombre. Sabe de sus condiciones como poeta, como nove- lista, como dramaturgo, como compositor, como creador de ballets, como metteur en scéne, como productor cinematográfico. Y es que cada vez que este hombre, extraordinario por lo múltiple, se muestra en alguno de estos aspectos de su personalidad, el hecho adquiere, para la prensa universal, características de auténtica noticia. Además, nadie se atrevería a discutir que es original en el sentido amplio de la expresión y que sus concepciones tienen un sello propio y siempre atractivo para el público. Mas hay un Cocteau casi desconocido, hay un Cocteau que se cela a sí mismo y que nunca, salvo ahora, había querido mostrarse con ple- T-* el mundo conoce el nombre Cocteau y el porqué de la repercu- nitud. Es el Cocteau pintor, a quien ha poco se festejó en Niza con mo- tivo de una gran exposición de sus obras. La muestra se realizó en una de las más importantes galerías de arte de aquella ciudad con tanta justicia llamada la reina de la Costa Azul — y perdónesenos la cita del lugar común, que aquí va en homenaje a un grato recuerdo y a la confesión del propio artista, para quien la ca- pital del departamento de los Alpes Marítimos es una de las más queri- das de su país. ¿Sería necesario recordar que toda Niza se volcó allí, en las pro- ximidades de la plaza Masena, para admirar a este Cocteau descubierto hasta hoy por muy pocos? El lector se lo supondrá por escasa que sea su TELON ORIGINAL DE JEAN COCTEAU PARA El BALLET “PHEDRE” ESTRENADO EN LA OPERA, DE PARIS. ne = 90 gle VISA OA A A e Original from_ o | A OF MINN ESOTA] IFE RS Sl . Febrero, 1954 imaginación, sabiendo hasta qué punto inte- resa cuanto atañe a hombre de tan acentuada personalidad. Pero lo que no alcanzará a pre- sumir, sin que se lo digan, es que hubo cientos de personas que viajaron expresamente a la ciudad del Mediterráneo, no sólo desde otras ciudades vecinas sino también desde París y otros lugares de Francia para ver, con sus pro- pios ojos, lo que el comentario periodístico les adelantaba de tan expresiva manera. Coleccionistas, estudiantes, artistas, gen- tes curiosas de toda índole llenaban continua- mente la sala. Que por algo se había anun- ciado, anticipadamente, lo que llenó de sor- presa a todo el mundo: que la exposición pic- tórica de Cocteau sería la primera pero también la última del género que el caprichoso autor de “La lámpara de Aladino” realizara en su vida. ¡Ah! Quizá ustedes no recuerden este libro encantador en el que aparecen los pr:- meros poemas de Cocteau: los poemas de sus dieciséis años. Ya entonces dibujaba, daba vida con el lápiz a sus propios personajes, po- nía en línea y en color sus ideas, Y si hay, Digitized by Go JEAN COCTEAU EN SU TALLER DE CAP-FERRAT. “PORTRAIT DE MME. W.'”, EX- PUESTO POR COCTEAU EN NIZA. como bien se sabe, algo que jamás ha dejado de hacer Cocteau desde que nació al mundo de las letras, es ilustrar sus obras, lo que lleva a la práctica conservando estética y cualitativa- mente el mismo carácter que su mente les da al escribirlas. En cuanto a la pintura en sí se puede decir que sólo la ha tomado en serio desde hace dos años. Pero a pesar de la op:nión de sus amigos, que se manifestaban en favor de una exposición, no había querido nunca acep- tar esta posibilidad. Por fin se ha logrado con- vencerlo, aceptando la condición que Cocteau impuso al complacerlos: “¡Diez días y nunca más! Soy poeta y no deseo invadir el terreno de los pintores...” Son palabras dignas, por otra parte, del Cocteau que conocemos, de este hombre un poco desconcertante, pero por tantos motivos extraordinario, que cuenta hoy sesenta y tres años de edad y ha sido y es amigo personal de toda la élite espiritual de los últimos treinta años: Rostand, Proust, Ana de Nodilles, Pi- casso, Cendrars, Stravinsky, Milhau, Christián Bérard y tantos otros. Original from SITY OF MINNESOTA JOSE S. ALVAREZ. Para ATLÁNTIDA. Gualeguaychú, 1954. UIEN de entre nosotros no co- noce a Fray Mocho? Los de su 6 generación, aquellos que le le- yeron casi a diario en las páginas del Qui- jote o de Caras y Caretas, no lo han olvi- dado. — ¡Ah! ¡Fray Mocho! ¡Qué gracia la suya, qué manera especialísima de decir las cosas, qué cabal conocimiento de los hombres! — dicen. Y es que los seres su- periores dejan tras de sí, impreso en los demás, el espectáculo de aquello que ]le- varon dentro. José S. Alvarez fué, sin lu- gar a dudas, uno de esos seres. Escribió porque tenía que hacerlo, porque las fra- ses se le hilvanaban solas y se volcaban en cuartillas inspiradas de fuego. El alma desbordaba impresiones y era preciso re- flejarlas; la imaginación salía a volar por territorios desconocidos y volvía tan llena de cosas que no podían quedar aprisio- nadas. ¡Qué tremenda esa imaginación! Su libro En el mar austral, aparecido en el año 1898, libro encendido de realidad, nos la está mostrando. La vida en aquellas re- giones inhóspitas de playas desiertas, esas noches blancas de nieve con la negrura de los pingúinos estáticos, está allí, palpi- tante de realidad. Y los hombres, nativos y extranjeros, amalgamados con la natu- raleza, recios y fieros como ella misma. ..; todo tiene vida en esas páginas. Su autor jamás estuvo en tales soledades australes. Había nacido en Gualeguaychú, Entre Ríos, y cursó tres años de estudios en el Colegio del Uruguay, famoso en aquel tiempo. “Terminó su carrera de maestro en Paraná y continuó en esa ciudad va- rios años de profesorado. Pero su ambi- ción necesitaba campo más vasto, y a los veintiún años, con el solo bagaje de sus ilusiones de muchacho y su inteligencia clara, llega a Buenos Aires. Corre el año 1879. Aquí se inicia como repórter de po- licía en el diario La Pampa. Vasta es la fuente en la que ha de beber. Toma con- tacto con aquellos hombres que viven al margen de la sociedad, en perpetuo duelo Digitized by Go gle Atlántida +. 52 Presencia y Tránsito de Fray Mocho por María del Pilar Bescós de Siboni con las leyes establecidas. Psicólogo pro- fundo, capta la entraña misma de ellos, y en el laboratorio de su inteligencia las analiza, separa los distintos elementos constitutivos, colorea sus reactivos y nos los presenta, perfectamente estudiados, en su libro Memorias de un vigilante, que firma con el seudónimo de Fabio Carrizo. Sin duda alguna la institución policial, en la que él ha creado la Sección de Investigaciones, proporciona material in- estimable para su obra, tan rica en hu- manismo. Pero si es cierto que Fray Mocho, fundador con Soio del Quijote y, más tar- de, director de Caras y Caretas, ha apro- vechado fecundamente su paso por la Policía para entregar al público páginas valiosas, no es menos exacto que, al in- gresar en la Marina, nos deja recuerdos aún mejores. Nuestro delta entrerriano adquiere maravillosas tonalidades al ser pintado por él. En Un viaje al país de los matreros entramos en el intrincado mun- do de pajas bravas, de animales huraños, de riachos de aguas tan finas y transpa- rentes que los remos apenas las rozan les hacen cosquillas. Allí el elemento huma- no es quizá más interesante que el de las ciudades. Son hombres que huyen de la sociedad, que tienen cuentas pendientes con ella, que matan y mueren olímpica- mente. HEncerrados voluntariamente en aquella tibia cárcel de juncos y marañas saben que jamás han de salir de ella. Fray Mocho nos los muestra, los vemos con sus rostros impasibles de indios y sus sonrisas cínicas. Sí, estos seres nos dan miedo, tal es su realismo. Aquellas almas torcidas se están pintando, porque el es- critor jamás lo hace. En diálogos perfec- tos, con el lenguaje que les es habitual, se descubren a sí mismos. Y esto que logra Alvarez con los habitantes del delta lo realiza con todos los demás. En sus acua- relas de Buenos Aires ocurre el mismo fenómeno. En esta forma nos pinta las gentes de toda una época, finales del si- glo que se fué y comienzos de éste. El snobismo de los porteños de entonces, su manía europeísta, los compadritos, los cuar- teadores, los mayorales de tranvías, los ri- cos-tipos, las chinitas, los locos-lindos, to- dos parecen saltar de esas páginas y plan- tarse delante del lector. Durante casi veinte años el Mocho mantiene constante el interés del público. No ha necesitado saber mucho de gra- mática mi menos de sintaxis para lograr suspenso y emoción. Lleva el alma llena de violines extraños que vibran con el más ligero roce. Por desgracia, la enfermedad que UNIVERSITY OF MINNESOTA mina su organismo ha de terminar pre- maturamente con él. Algunos de sus li- bros aparecerán después de su muerte: en el año 1916, el de cuentos, editado por Caras y Caretas, y en el año 1920, otro de cuentos, publicado en Barcelona. Al agravarse su dolencia, viaja al Paraguay en busca de mejor clima, pero tampoco allí logra recuperar la salud. Vuel- ve a Buenos Ains muy enfermo. La ciudad, que años atrás acogiera al muchacho provinciano, entusiasta y di- námico, soñador, sensible, inteligente y bueno, le ve partir aquel triste 23 de agos- to de 1903. José Sixto Alvarez no conta- ba aún los cuarenta y cinco años. En idéntica fecha. en el pasado año 1953, sus restos son trans Eos a tierra entrerriana. En su Garall Gualeguaychú toda una multitud espera los nobles des- pojos. Es que el hijo ilustre vuelve para no marcharse nunca más. En lento des- file sigue su pueblo a Fray Mocho. La carroza que contiene la urna que le en- cierra está cubierta con la bandera de la Patria. Llueven flores a su paso, caen de todas partes, parecen desprenderse del cie- lo mismo, cual lluvia de bendición. Seguramente el alma bella del ilus- tre hijo de Entre Ríos, de aquel Fray Mo- cho que tanto amó a su pueblo, sonreía paca desde su actual territorio ce- este... “FRAY MOCHO”, según una cari- catura de su com- pañero José Ma- ría Cao. Original fro Caras jóvenes a pleno sol Fotos Alexandro Susana Frenkel Santillán. A Rebeca Peña y Ena Hilbek. Stella Romano Yalour. Original from Digitized by Goc ¡gle UNIVERSITY OF MINNESOTA HABITACION única, con cama de hierro forjado y tapicerías de arlequín. De- coración de vigas rústicas. Interiores Modernos CO Ple Po ESCRITORIO de líneas sim- ples, silla de tres patas y sillón aldeano. A la izquier- da una tapicería de Le Corbusier y a la derecha la ampliación fotográfica de una escultura hindú. Digitized by ra TV ERSITA Modelo en linón blanco con bordados. Original corsage de escote alto, Givenchy. Google Carnaval en Basilea por Diego Maturana Para ArLÁáNTIDA. Basilea, 1954. AY en las orillas del Rin una vieja y tradicional ciudad que es, desde hace siglos, una de las huminarias del Viejo Mundo. Se llama Basilea y está enclavada en el corazón de Europa. Ciudad patricia, dice de ella André Maurois, pintoresca, donde las casas están pintadas de colores vivos, donde el patois cantante un tanto irónico recuerda al dia- lecto alsaciano, y donde los ros- tros se asemejan, todavía, a los croquis de Holbein. Es, en realidad, la puerta de Suiza y la ciudad fronteriza con Francia y Alemania. Y por eso tiene tal entronque, reflejando, en las demás, sus actividades cul- turales y artísticas que tienen ya, dentro de la vida europea, su sello propio. Se recuerda, en efecto, que a partir de la funda- ción de la Universidad en 1460, la culta Basilea co- Originales orquestas aparecen durante el Carnaval por las calles de la ciudad. ioitized by Go gle Vista de la ciudad de Basilea con un puente sobre el Rin. Al fondo, la catedral. menzó a ejercer marcada influencia en las disciplinas educativas que inspiró y sostuvo el holandés Erasmo, muerto en esta ciudad en 1536 y que tuvo muy en- cumbrados paladines en los matemáticos Bernoulli y Euler, en Jacobo, en Berckhardt y otros. Pero ya antes de 1460 Basilea se había hecho fa- mosa en dl mundo entero gracias al Concilio de 1431, que convocó el papa Martín V; de modo que cuando llegó el fundador de la Universidad, Pío 11, estaba ya preparada para convertirse en el centro de cultura que tué y es desde entonces, justificando la atracción que siempre ejerció sobre los sabios y artistas que en ella han residido, como los ya citados Erasmo y Holbein. Por eso se conjugan allí los grandes museos, con las bien nutridas bibliotecas. En aquéllos hay una ver- dadera riqueza representada por obras de todas las épo- cas que proporcionan una visión magnífica de la vida artística y de su atesoramiento en el seno de una ciu- dad centroeuropea que es, a la vez, un gran emporio comercial. El Museo Histórico, por ejemplo, contiene valio- sas muestras del arte regional, destacándose algunas obras maestras de la tapicería y del tallado de imágenes representativos del alto Rin. Sin contar los delicados relicarios del tesoro de la catedral, que en otro tizmpo fuera episcopal. “También en el secular convento de monjas de Klingental se hallan curiosas esculturas ro- manas y góticas pertenecientes a la antedicha catedral. Y está el Museo de Arte, en el que abundan obras maes- tras de Conrado Witz, de los tiempos del Concilio de Basilea (1431 a 1449) y de Hans Holbein el Jo- ven (1497-1543), contemporáneo de los humanistas y reputados editores Amerbach y Froben, y la galería de artes pictóricas y gráficas, cuya sección moderna abarca el proa que media entre Arnoldo Bócklin (1827-1903) y los grandes maestros franceses del siglo XIX hasta el arte novísimo de Picasso, Pablo Klee y la escuela su- realista popularizada en toda Europa. UA == La catedral de Basilea es un edificio construído en estilo romano-gótico. También merece un párrafo aparte el Museo Etno- lógico, puesto que disfrutan de renombre universal las oiasnas obras coleccionadas en la Melanesia y Polinesia que posee, obtenidas después de pacientes in- vestigaciones de artistas y técnicos oriundos de Basilea. A partir del siglo XVIII dl amor a la mú- sica llegó a ser en esta hermosa ciudad suiza el aspecto predominante de su vida cultural y artísti- ca, pues al compás de los randes certámenes que to- cd los años celebran las galerías de pintura y el Círculo de Bellas Artes, las orquestas y coros ofrecen abundantes conciertos, se- manas de arte y de música en forma de festivales a los que concurre gente de toda Europa. Y así se ofrece un permanente espectáculo musical en el que se alter- na el arte antiguo con el moderno. Y ya que de música hablamos recordemos la muy original que docu- vigitiza by Google Por este portón, que todavía existe, se permitía en la Edad Media 'el acceso a la ciudad. Parte de la vieja ciudad de Basilea a orillas del Rin. menta el Carnaval de Basilea, célebre en toda Europa, que concurre a ellos en peregrinaje, como se hace hacia otras ciudades para las festividades religiosas. La música es, en efecto, la ral más im- portante en el transcurso de esos tres días que pre- ceden al miércoles de Ce- niza y se concreta a base de pequeñas orquestas d2 las que toma parte toda la población. Jóvenes y viejos, mujeres y hombres vestidos en forma curiosa, con disfraces tradicionales, o creados para el momen- to por su fantasía, apare- cen en pequeños grupos en todas partes de la ciu- dad utilizando cuantos ins- trumentos de mano se co- nocen para ejecutarla. Así es este Carnaval de Basilea, sencillo y es- pectacular a la vez, uno de los más curiosos del mundo, o quizá el más curioso de todos, pues se lo ha convertido, exclusi- vamente, en una verdadera fiesta del arte. Sobrio conjunto para playa confeccionado en piqué blanco imprimé en azul desvaído. El corsage, azul marino. Charles Montaigne Google DA AS iros Se Este sencillo modelo de shorts y blusa realizado en algodón con rayas delgadas fue presentado por Vincent Mehnert. Google ' ; Mundo Diplomático EL EMBAJADOR DE HAITI Y SU ESPOSA CELEBRARON EL ANIVERSARIO DE LA INDEPENDENCIA DE SU PAIS. El embajador de Haití, René Jeanty, acompañado de su esposa. Víctor E. Castañeda, agregado cultural de la embajada de Honduras, Tuvia Arazo, consejero de la legación de Israel, con su esposa y con su esposa y Miriam de Certad. Clotilde Turnier. El encargado de ne- eE de China, ai-Tchum Liou, es recibido por el due- ño de casa. Señoras de Barraza, de Carbonell, de Es- cudero y de Castañe- da, respectivamente esposas del encarga- do de negocios de El Salvador, del em- bajador de Cuba, del ministro de Filipinas y del agregado cul- tural de Honduras. Slavoljub Petrovich, Imre Szabo, minis- tro de Hungría, y Emilio Sarmiento, encargado de nego- cios de la embajada de Bolivia. Digitized by LO, ministro de la lega- ción de Yugoslavia, y Alberto Puig Aro- semena, embajador del Ecuador. 61 . Febrero, 1954 COCKTAIL - PARTY OFRECI- DO POR A. J. MALIK, PRI- MER SECRETARIO DE LA EMBAJADA DE LA INDIA. Romualdo Spasows- ky, ministro de Po- lonia, y Gustavo Bor- nó, imer secreta- rio de la embajada de Haití. En primer término, las señoras de Mar- tindale y de Spa- sowsky. Ajai Kumar Mitra, secre- tario de la embajada de la India, señora de Hooper, de la embajada de Canadá, y la señora de Mitra. La señora de Gib- son Smith en com- pañía de la señora de Malik, dueña de casa. La señora de Malik frente a la cámara fotográfica con Car- los uba y su esposa. combinada con gris acero. Falda tableada. Novak. rla pe € > la] S anill ) / Jonjunto en C yes MAIN yk se SAA E MO s h E P e y a” HA, a É BAILE OFRECIDO POR DON MIGUEL ORDOÑEZ Y SU ESPOSA, DOÑA BEATRIZ GALLARDO DE ORDOÑEZ, EN HONOR DE LAS AMISTADES DE SU HIJA CLARA o Emilio Ocampo, Paula Carabassa, Tite qa Clara Ordóñez Gallardo, Elizalde y Elisa Magrane. dueña de casa. ' : José Pereyra Iraola, Catalina Emilio Ocampo, Margarita Zavalía, Gallardo y Narciso Ocampo. Clara Estrada y Federico Bunge. A Gache bailando con Ricardo Bunge. Ramón lraeta, Josefina Bullrich y Enrique Mignaquy. Santiago Bullrich y Elena Castex. Atlántida + 64 Fotos Ricardo Dolores Martínez Tiscornia - José Figueroa Alcorta. Elida Villegas Jáuregui- Emilio Catalán Pelet, María Laura Rodríguez Alcobendas - Vidal Bazter Digitized by (GO gle UNIVERSITY OF MIN ESOT. sh Febrero, 1954 + 65 Foto Gross Ana María Maurette-Ignacio Ayerza Achával. Ivonne Cantilo-Luis María Herrera. Clara Torello Jacobé- Mario César El Fotos Clar: EN . Elena Padilla Quirno-Luis Kenny Dowling. Sofía Laferrere Madero - Enrique Pinedo. Marta Videla Dorna-José M. Lave «sy Google 66 +. Atlántida SLACKS der a e e IAE PE Marta Sánchez Cané. Julia Elena López Fresco. o | Original from Digitized by Go: gle UNIVERSITY OF MINNESOTA £NRIQUE DAVIN- SON, EL INGLES DEL BAÑADO, por Elías Carpena. — El escritor y crítico Jean Paul ha di- cho refiriéndose a los méritos de es- ta novela. “Por los capítulos que me anticipa y que aca- bo de leer con de- leite, como leo to- do lo suyo, descubro una obra limpia de reminiscencias literarias; la hallo personal, de una fuerte y robusta per- sonalidad y de una factura literaria nueva y suya, muy suya. ¿Y qué di- ría de los magníficos paisajes y de esas regiones que pinta? Hay, además de muchas cosas trascendentes, una documentación de valor crecido, don- de se le da vida a un pasado digno de haber sido documentado, con sus personajes, que, como el pícaro y des- venturado Enrique Dávinson, se están ganando vida eterna en nuestra lite- ratura, ávida de lo propio y de lo original, de todo aquello que sea al- ma, carne y vida de lo argentino”. (Editorial Guatraché). EUAS CARPENA MAR DE AVENTURA, por Juan Pin- to.— Desde la publicación de “Anforas Sonoras” en 1927 hasta su reciente “Mar de Aventura” mucho es lo que anduvo Juan Pinto por el terreno de las letras. Curioso insaciable, traba- Jjador sin sosiego, circula por múlti- ples caminos en un afán de conoci- miento y divulgación que ha sido asi- duamente señalado como su condición más encomiable. Su notoria capacidad de trabajo, sin embargo, puesta al ser- vicio de su especialización de crítico, ensayista, compilador y antologista, le deja espacio para el cultivo de la poesía, dentro de cuyo ámbito se desempeña con la holgura de quien posee el dominio de la rima y de la imagen. En “Mar de Aventura” alcan- za latitudes de sobresaliente calidad, siempre rotundo, recio, alguna vez di- sonante, pero consciente de la aspe- reza que hace tensa la vibración de su emotividad. Quizá resida en esta vibración aguda, con altibajos de hon- dura ronca, el atractivo mayor de su lirismo, decantado en desvelos de tor- tura y desconcierto, hosco y solitario en su avidez nunca saciada de hallar la palabra que ofrezca la equivalencia de su atormentado mundo íntimo. (Edición propia). EL FORTIN DE LOS HOMBRES SIN MIEDO, por Guillermo House. — Inte- gran el presente volumen, escogidos entre su vasta producción, los cuen- tos más vigorosos y, sin duda alguna, mejor logrados de Guillermo House. Escritos entre los años 1929 y 1950, importan una muestra acabada de la destreza narrativa del autor de la di- fundida novela “El último perro”. Con argumentos a menudo sencillos, pero siempre originales y variados, ofrece aqui al lector una visión ora emoti- va O dramática, ora risueña o pinto- resca, del campo argentino. Estas ca- racterísticas harán placentero el libro a todos los lectores, sin distinción de edad Oo nivel intelectual. (Editorial Raigal). ANTOLOGIA, CORDOVA ITURBURU.— En la colección ae poesías que dirige Francisco Tomat-Guido han sido re- cogiaas en su número 5 los trabajos más representativos de Córdova Itur- buru. La entrega remoza la labor de reconocida preeminencia de un escri- tor que formó parte del más impor- tante grupo literario que registra la evolucion artística e intelectual del pals. Esta serie ae poemas elegidos de- muestra que la producción lirica de Córdova Iturburu resiste y permanece con ia rrescura y beueza uel momento en que fueron escritos, firme y actual. Completa el conjunto un romance de Fernandez Moreno y un retrato del autor debido a la piuma de Pompeyo Camps. (Ediciones Flor y Truco). MUERTE, MAGIA Y RELIGION, por Armando Vivante. — Este libro trata dos temas muy poco conocidos de huestro folklore, un tercer tema so- bre una importante cuestión que sur- ge de un problema folklórico y un cuarto sobre las raíces insospechadas de un juego. Los dos primeros se ti- tulan: “Vieja eutanasia nativa” y “Los columpios y las benditas almas del Purgatorio”. El tercero y el cuarto: “Miedo que mata” y “Porotos cere- moniales”. Armando Vivante pertene- ce al grupo de nuestros investigadores que han encarado los estudios folkló- ricos con la misma seriedad metodo- lógica y exigencias teóricas comunes en otras disciplinas científicas. (Co- lección Lajouane), LA SEDUCCION DE LA BARBARIE, por Rodolfo Kusch. — F. J. Solero di- ce en la presentación del autor y de su libro: “Rodolfo Kusch ha escrito “La Seducción de la Barbarie”, sub- titulándola de manera valiente y de- finidora “Análisis Herético de un Con- tinente Mestizo”. De la generación precisamente posterior a la de Mar- tínez Estrada, es de los pocos que se han atrevido a indagar a cara limpia, con herramientas suyas y sin impos- tar la voz, los cimientos de nuestra vida americana. No hay en “La Se- ducción de la Barbarie” concesiones al lector. Se va al problema brutal- mente, sin complacencias de estilo, sin elegancia, con la tensión de la cuerda vibrante de un arco, pulsando intul- ciones que estallan de súbito, ence- gueciéndonos con la pasión que las promueve y proyecta. Rodolfo Kusch es de los primeros de la actual gene- ración creadora que partiendo de Mar- tínez Estrada lo traspasa merced a ese coraje enorme que alienta en to- do su libro, en el que cada herejía cometida nos hace pensar que nece- sitamos muchos herejes como él para asumir nuestro único rostro”. (Edito- rial Raigal). RUBEN DARIO. Obras Poéticas Com- pletas. — Improbo trabajo éste de re- unir en un volumen todo lo que pro- dujo en vida el gran Darío, trabajo de larguísimo aliento y que se coro- na con la primera edición completa, revisada y confrontada con las fuen- tes originales por ilustrados conoce- dores de su obra. Precede a esta com- pilación una detallada y auténtica blo- grafía de Rubén Darío, en la que des- tácanse los períodos más afiebrados de su vida azarosa, viajera, penosa y llena de inusitadas contrariedades, mo- mentos que cantó con la fuerza de un titán y de un ruiseñor. (Editorial El Ateneo). CIUDAD SIN TREGUA, por Mario Jorge de Lellis.—El propósito de trazar poéticamente, con su correspondiente diseño y colorido, la radiografía de una ciudad cualquiera suele quedar siempre en intención fallida por la facilidad de caer en las líneas del cartelón para turistas, o en la anéc- dota destinada a exaltar un aspecto característico que empalaga por tri- llado. En su canto a Buenos Aires de Lellis se desempeña con virtuoso en- tuslasmo y emoción cautivante. En versos que repican a veces en candom- be y otras con sugestión de tango es- tilizado, la vida que se duerme en la aparente indiferencia de sus calles, ve- ricuetos y personajes, se levanta des- perezándose, como si no quisiera ha- cerlo, y se planta desnuda de miste- rios, audaz y descarada, para exhibir- se erguida frente al lector que la Ob- serva impresionado, como si recién la descubriera. Legítimo hasta en el des- ganado porteñissmo que trasunta el tono empleado, Mario Jorge de Lellis realiza en “Ciudad sin Tregua” una pintura de la urbe exacta en todo sen- tido. Como corresponde a su expe- riencia de poeta cabal y a su condi- ción de transeúnte lírico por el labe- rinto del ambiente que describe. (Co- lección Ventana de Buenos Aires). LOS BALLETS RUSOS, por Tamara Karsavina.—Dividido en cuatro partes: “Años de aprendizaje”, “El teatro Ma- riinsky"”, “Diaghileff” y “Guerra y re- volución”, este libro va describiendo el progresivo ascenso de la vida de la propia Tamara Karsavina en la dura técnica de la danza y, posteriormen- te, su ingreso en el teatro Mariinsky, la discipiima imperante en él, su en- cuentro con Nijinsky y su activa par- ticipación en el destino prodigioso y brillante de los ballets rusos. Las fi- guras de Ana Pavlova, Alejandro Be- nois, Miguel Fokin, Strawinsky, León Bakst, Leónidas Massine y de aquel que fuera creador y plvote de toda una época de mágico dinamismo, Dia- ghileft, desfilan en esta obra con el mismo aleve giro que acompañara durante tantos años a esos artistas a lo largo de asperezas, sacrificios y triunfos. (Editorial Schapire). CHIQUITO, por Wilned; “'Almas de animales”, por Fernando Méry; “Vida de Ramakrishna”, por Romain Ro- Mland; “Calendario del crimen”, por Ellery Queen, y “El asesino del tiem- po”, por Lisardo Alonso, son las más reglemtes publicaciohes de la Librería S00gle Libros del Mes. LA EDAD DE ORO, por José Martí. — En el exhaustivo ensayo con que pre- senta la obra, la escritora Fryda Schultz de Mantovani expresa: “Na- die quiera asombrarse de que el pa- triota cubano, cuya corta vida se em- pleó en la lucha, esa prédica a la que él llamó “trincheras de ideas” y que culminó en la muerte en el campo de batalla, haya consagrado un espa- cio de su tiempo — lo que va de ju- lio a octubre de 1889 — a escribir una revista para niños que él lanza desde Nueva York en castellano y cuyos cuatro únicos números forman “La edad de oro”. Martí emprende con “La edad de oro” una tarea per- sonal, como todas las suyas, y escri- be para los niños desvinculándose a la vez de la árida enseñanza escolar y del sentimentalismo post-romántico y hogareño cuyos aburridos modelos cubrían el panorama. Pero estas pá- ginas no deben ser leídas sólo por 1os niños, a quienes fueron dirigidas, sino también por los escritores. Para información y deleite es suficiente ma- teria, pero lo es más como ejercicio de cómo deben ser contadas las cosas si se quiere poseer un estilo conduc- tor. A todos procura hablarles este hombre de “La edad de oro” que se vuelve cautivador y ensaya diferentes registros”. (Editorial Raigal). FOLKLORE BONAERENSE, por Ven- tura R. Lynch. — Basándose en su conocimiento directo del gaucho y del indio pampeanos el autor compuso es- ta obra, que fuera publicada en su época con el extraño título de “La provincia de Buenos Aires hasta la definición de la cuestión Capital de la República”. Por el valor documen- tal de este trabajo puede figurar Lynch entre los que podríamos llamar nues- tros primeros folkloristas. Ventura R. Lynch, que integró el brillante grupo de los llamados “hombres del Ochen- ta”, falleció a los treinta y dos años, en 18383. (Colección Lajouane). VERBO TIERRA, por Guillermo Ro- dríguez. — Encandilado frente al pano- rama de su predilección, Guillermo Ro- dríguez consigue la expresión poética que responde a su asombro y a su sentimiento. Sencillo, sin rebuscamien- tos, decidido a alcanzar la compren- sión del lector, su verso fluye crista- lino, con suaves matices de ternura, sumiso al paisaje y a la figura que lo inspira, y agradablemente ligero pese a la exigente disciplina que lo com- prime. En su prólogo, Julio Carlos Díaz Usandivaras expresa: “He asistido al nacimiento poético de Guillermo Ro- dríguez; he visto cómo se iba des- prendiendo de la fría estatuaria del Parnaso para entrar en este neoclasi- cismo que no necesita de princesas tristes y caducas para enrolar el tono confidencial del ayer, ni de interna- cionales máscaras de angustia para si- tuarse en pleno siglo XX. Creo que nuestro poeta ha sabido elegir rumbo. Lo acompañan, además de su talento, nobleza y dignidad: virtudes que siem- pre alimentarán los cánones de su sangre provinciana libre”. (Colección Nativa). GUIA PARA ANALISIS ANALOGICO DE “LA RAZON DE MI VIDA”, por Adelina Cantarella. — Este libro es un paciente y cuidadoso trabajo grama- tical con un fin pedagógico práctico. Su autora, compenetrada por experien- cia profesional en las dificultades que el razonamiento de las nociones teó- ricas presenta a cuantos quieren apli- carlos sobre textos literarios, estructu- ró un novedoso trabajo, único en su género. No está regido por un criterio gramatical estrecho, sino que, por el contrario, representa las Opiniones de distintas autoridades del mundo de las letras. (Librería Perlado). TRES LAGUNAS, por Mateo Booz. — Es esta una de las últimas obras del autor de “Santa Fe, mi país”. Fué pre- sentada por él, en 1942, al concurso de obras de imaginación en prosa pa- ra autores santafesinos a que había llamado la ex Comisión Provincial de Cultura. El jurado le acordó el primer premio, pero esto nunca lo supo Ma- teo Booz, pues el fallo apareció pocos meses después de su muerte. “Tres lagunas” continúa y termina la se- rie de relatos costumbristas de Mateo Booz, inspirados en los tipos,, paisajes, y aventuras del litoral (sratafósGro. (Editorial Castellví). Febrero, 1954 +. 67 LA PATRIA ELE- MENTAL, por Cé- sar Rosales. — Cé- sar Rosales, que ha permanecido fiel a su singula- rísima manera de decir, entrega aho- ra en “La Patria Elemental” un con- junto de poemas conocidos y recor- dados que estaban exigiendo el libro. Porque se imponía esta publicación destinada a recoger piezas de antología cuya publicación en diarios y revistas corroboró el acier- to del jurado que años atrás otorga- ra el Premio Municipal a una obra suya: “Después del Olvido”. Escritor Tinísimo, de profundo concepto y cul- dado estilo, la lírica de César Rosales se destaca señera por la complicada facilidad de su expresión. Su verso fluye aparentemente desentendido de las sujeciones que demanda la pre- ceptiva, pero la armoniosa combina- ción que lo rige habla de la dedica- ción puesta a la orden de su riqueza imaginativa. Poeta íntegro, colocado frente a la naturaleza, absorto a la orilla de su grandeza y no menos asombrado junto a su mínima repre- sentación, posee el privilegio de cap- tar intensamente su misterio y ofre- cerlo recreado, vestido con la serena gracia de su voz inconfundible. (Edi- torial Raigal). y -L NS 4 CESAR ROSALES SUICIDIO NATURAL, por Manrique Fernández Moreno. — En la solapa de esta edición queda establecido que el autor, “poeta, editor, viajero, amigo de la inquietud joven de la poesía, conferenciante, colaborador de diarios y revistas, nació el 25 de octubre de 1928”. Esta excesiva actividad en tan breve espacio de vida mueve a recelar, por lo apresurado, del contenido del libro que lo presenta como novelista. Sin embargo, su lectura, si bien en cierto modo confirma la desconfianza predispuesta, deja a favor de su ju- ventud un saldo promisorio que ade- lanta futuras realizaciones de mérito. Por lo pronto resulta obligado enal- tecer la audacia de su estilo despre- Jjuicilado, mordaz y efectista; su te- meraría intercalación de vocablos de desecho y lunfardos; su manifiesta in- dependencia idiomática, menoscabada a veces por su afición a capturar las sorpresas del diccionario (““hiemal” por invernal; '“tépido” por tibio; *“*pihue- la” por correa). Pero indudablemente impresiona y complace su abarrota- miento de imágenes, con aciertos y desplantes de singular factura. Resu- miendo, y para su elogio, Manrique Fernández Moreno escamotea la en- deblez de la trama con un verdadero despliegue, ansioso, incontenible, de pensamientos y deducciones que re- velan la presencia de un espíritu la- cerado por serios problemas y en tran- ce permanente de elaboración expre- silva. (Edición de Botella al Mar). * FOLKLORE Y TRADICION. — Julio Díaz Usandivaras y Julio C. Díaz Usan- divaras, autores de la selección y no- tas que componen esta antología, ade- lantan el significado de la labor em- prendida: “Desde hace treinta años fuimos trabajando en un enérgico plan de labores en pro del resurgl- miento de las cosas de nuestra tierra. Y la revista “Nativa”, fundada en 1924, fué testimonio y portavoz de esta in- quietud. Del caudal que forman las colecciones de “Nativa” y de su ar- chivo seleccionamos los materiales de “Folklore y Tradición”. Tal vez no hubiera síntesis más ideal que el pro- plo texto de ese triángulo fundador de las letras nacionales: “Facundo”, de Sarmiento, “Martín Fierro”, de Hernández y “Don Segundo Sombra”, de Guiraldes. Pero es indudable que en el extenso campo de lo autóctono se teje una compleja urdimbre de per- sonajes y actitudes que conforman esa cuidadosa amalgama de la que extrae- mos al gaucho como arquetito indis- cutible, pues él es quien prevalece con mayor solvencia dentro de los lineamientos histórico-sociales del país. Antiguos y nuevos testimonios abonan tal opinión en el desfile por las pá- ginas de este volumen, que no ha descuidado su atención al riquísimo venero del noroeste, aparentemente divorciado del resto, pero flel a esa secreta unidad que lo identifica con el auténtico sentir del litoral, de Cu- yo y del Sur”. (Editorial Ralgal). TRADICIONES Y CREENCIAS DEL NORTE ARGENTINO, por Nicandro H. Vera. — Tres años de estudiosa permanencia en Humahuaca le han conferido a Nicandro H. Vera auto- ridad para referirse con amenidad e interés a las costumbres y caracteres de los collas, en su aspecto real y anida (Ediciones Biblos, La Rio- 2). Letras “Feria” y “Tango”, dos motivos al óleo de la exposición que el pintor J. S. Corbacho realizó recientemente en Mar del Plata. José Luis Quintana, pintor argen- tino que fué premiado en el XIV Salón de Arte de Tandil Tr su obra “Torres de San Isidro”. “Títeres”, por María Mercedes Po- corobba, de 10 años, perteneciente al Salón Anual de Niños Pintores que auspicia la Galería Picasso. La pintora Ana María Rojo Oliver, que viaja a Estados Unidos para exhibir sus retratos en salones de Washington y Nueva York, Sobre “El Reconocimiento de Chi- le” disertó en el Instituto Chileno- Argentino de Cultura el historiador Gabriel Fagnilli Fuentes. uguración, en la Galería Argen- tina, del Primer Salón de Dibujantes de la Editorial Columba. Digitized by Go gle Público concurrente el día de la ina Atlántida +. 68 ¿Quién es cursi? por Stevenne Tipadall N O conozco una sola persona a quien no le haya oído decir que tal otra es cursi. No siempre emplea la misma expresión; a veces dice vulgar; otras, cache; si es pedante, habla de la gente sin cultura; si es elegante, de la gente sin clase. A menudo pienso que, para haber hallado tantas ex- presiones, el sentimiento de ser de los más fundamentales, algo así como el hambre o el amor. Muchas mujeres no tienen opi- niones políticas, no sufren de teorías respecto a la educación de sus hijos, no analizan las contradicciones del amor, y sumidas en la felicidad más ramplona no se preocupan siquiera de si los sombreros se llevan para atrás o para adelante. Pero no hay ninguna que no interrumpa su dulce siesta para endilgarme una opinión precisa de lo que es una vecina cache o una relación cursi. Sobre eso le so- bran opiniones. Tengo sobre la materia una teoría absuutamente errónea, como todo lo que se me ocurre a mí pro- bablemente, pero la única que conoz- co sobre un tema que todo el mundo siente, pero nadie discute, está basa- da sobre la comodidad de lo indefi- nible, En efecto; ¿cómo se le prueba a una persona que carece en absoluto de charme o de clase? Son cosas que no se miden, no se huelen, no se pe- san, no se ven, y sobre las cuales no hay reglas definidas. Nadie en el mundo ha podido probar siquiera que la amabilidad es uno de los ingredien- tes del charme, puesto que las mu- jeres de peor carácter tienen a menu- do un record de admiradores. La gente necesita un antídoto contra ese famoso “Inferiority com- plex”, que es el elemento destructor en las vidas. El derrotista es un hom- bre que conoce sus defectos y los del mundo entero, y que no por profetizar cierto resulta más útil a la humanidad. En cambio, el optimista es un mag- nífico imbécil, cuya ignorancia de sus propias limitaciones y las del sistema resulta a veces un tour de force cons- tructivo. La felicidad y la capacidad de las personas reposan, creo yo, sobre este notable principio: “Desconócete a Pero surge una gran dificultad, ¿Cómo es posible vivir toda la vida en la intimidad más absoluta con una sona sin advertir algunos errores ísicos y mentales en su construcción? ¿Cómo es posible ignorar las imper- fecciones de un ser a quien se ve todos los días en el espejo, a quien se ha oído mentir a padres y maestros, ca- lumniar a sus amigos, y, en fin, pe- car todos los días con un sinnúmero de cobardías y pequeñas miserabilida- des que no tienen siquiera la elegan- cia del gran pecado? Para afuera, todo se disculpa a golpes de elocuencia. Adentro, desgra- ciadamente, está el archivo particular. Que dice, por ejemplo: “No delatas- te por espíritu de justicia; fué cobar- día”. Y él sabe. ¿Cómo es posible con semejan- te control desarrollar un “yo” robus- to, avasallador y triunfante? Ya que todo el mundo ataca, es inadmisible unirse al enemigo en esa batalla con- tra sí mismo. No hay ley sin trampa ni ve- neno al que no se le busque un an- tídoto. La gente guiada por su ins- tinto de conservación echa mano a lo indefinible. La mujer más fea se mira en el espejo y reconoce con tranqui- lidad sus damos “Mi nariz deja que desear — piensa, — pero en cam- bio tengo mucho charme”. a gente que carece de ins- trucción arguye que no todo es saber los ríos de Francia. Tener clase es mucho más. Y así sucesivamente. Co- mo son cosas imposibles de discutir, se convierten para ellos en verdades indiscutibles. Ahora queda por valorizar esa cualidad. Es sabido que las cosas tie- nen valor cuando no abundan, de ahí que la moneda es oro y que el caviar es más precioso que el pan. Dejemos a la ingeniosa humanidad que se las componga. ¿Cómo hace? Por elimina- ción, Luego que la mujer fea ha ad- mitido que es fea, pero que tiene charme, pasará a demostrarnos que el charme es una cosa rarísima. Fulana será muy buena, pero no lo tiene; Mengana es bonita, pero le falta algo; Zutana, que es inteligente, lo tendría, pd - . Siempre hay un pero. Sólo eben sobrevivir algunos ejemplares para demostrar que la cosa existe. Y da la casualidad que son siempre per- sonajes lejanos: Greta Garbo, da Bolena, alguna señora de la altísima sociedad a quien muestro cónyuge o admiradores o círculo no verán más que en los diarios. Para que el char- me ajeno no nos resulte contundente lo ubicamos solo en la estratosfera. La clase pertenece a la mis- ma familia que el charme, y que el ese no sé qué, y que el savoir faire, y que el roce, y que una cantidad de indefinibles más, y son palabras don- de todo el mundo pone lo que tiene. Si es un apellido patricio la clase con- siste en poseer un apellido patricio; si es elegancia, el charme consiste en elegancia; si es inteligencia, el ese no sé qué es inteligencia; si es tendencia a la mudez, el savoir faire es callarse; si es en cambio una tendencia a tu- tear a todo el mundo, el roce consiste en tratar familiarmente hasta a un em- bajador.... Como se ve, no es siempre una cualidad positiva lo que la gente utiliza para componer su antídoto. La famosa sencillez, arma de tantos, con- siste a menudo en no saber comer o no saber vestir. Después de múltiples y pro- fundas reflexiones he llegado a la conclusión de que todo el mundo es cursi, Es cursi para el círculo más alto y para aquellos mismos de su círculo que esperan poder trepar... ¿Y dónde está el consuelo de saber que allá abajo alguien lo toma por ejemplo de distinción y de clase? Para los de la montaña, la opi- nión del llano no tiene importancia, y nunca falta una cima más alta desde donde se les desprecia. La mejor respuesta a ¿quién es cursi? sería una larga fila de mujeres — las mujeres son siempre mejor ejem- plo, pues llevan todo lo bueno y lo malo al grado superlativo, — una fila interminable de seres que con el dedo pulgar señalaran por encima del hombro, hacia atrás, a los que los si- guieran en la fila. A la extrema dere- cha del cuadro, un pulgar que insul- tara a la primera figura, la más gran- de; y a la extrema izquierda, un ser pequeñísimo que encontrara aún a quien señalar con su desprecio. Original from UNIVERSITY OF MINNESOTA Febrero, 1954 +. 69 2. um "Y beba las cervezas insuperables... ANDES, ¡ANDES social, Y CONDOR Original from Digitized by Go: gle UNIVERSITY OF MINNESOTA 70 » Atlántida Visitez la Section Francaise de la Librería ATLANTIDA FLORIDA 643 O o oÚ vous trouverez, dans une ambiance agréable, le livre fran- gais que vous cherchez, € LITTÉRATURE CLASSIQUE ET MODERNE e POLITIQUE O PHILOSOPHIE O LIVRES D'ART € EDITIONS DE LUXE O LIVRES POUR LA JEUNESSE € ROMANS POLICIERS O REVUES et les derniéres actualités de L'Édition frangaise. AL AZAR DE LAS LECTURAS Un hombre enamorado tiene con frecuencia aire de idiota. Una mujer enamorada, jamás. Las mujeres se enamoran co- mo los perros se echan al agua: sal- picándolo todo en torno suyo. El amor inspira las grandes ambiciones y nos priva de los medios de realizarlas. Hay personas para quienes la idea de la muerte se confunde siem- pre con la idea de la herencia. Nadie como los hombres que han fracasado en todas sus empresas para juzgarse gentes de experiencia y atribuirse el derecho de aconsejar a la juventud. Pasar por idiota ante un im- bécil es una voluptuosidad de refi- nado. — G. CourTELINE. Ma Phi- losophie. Es curiosa una estadística pu- blicada por el “Philadelphia Bulletin” acerca de la producción poética en Norte América en uno de los últimos años. El número de composiciones fué de 3.916.472, repartidas entre los si- guientes asuntos: cantos a la prima- vera, 1.128.762; poesías de amor, ina a la rs Cegris a la esperanza, 1.538; al propio de- ber, 2; al deber ajeno, 818.810, y por fin, dedicadas al canasto, figuran 714.910 composiciones. No basta dudar de todo: es preciso saber por qué se duda. — Henri Porncart. Science et méthode. Un hombre discreto es un hom- bre que no confía sus secretos ínti- mos sino a sus amigos. Lo malo es que, en tales casos, todos los días se encuentran amigos nuevos. Un amigo al cual debemos di- nero puede continuar siendo nuestro e pero es necesario de su parte mucho tacto. — Jacques DrYssorD. La Paroise de Moulin Rouge. La piel de toro fué la prime- ra tabla de escribir de los romanos; los tratados entre las naciones son los más antiguos documentos que en ella se consignaron por aquéllos, hasta que más tarde vino el bronce a reempla- zar la citada piel. Tenemos también el testimonio de que los judíos de los tiempos de David se servían de la piel de toro para escribir. De tan tos- cos materiales primitivos surgió más adelante, en Pérgamo, la forma más noble y más artística del pergamino. El humorista P. G. Wode- house escribió la siguiente dedicato- ria para su mujer y su hija, en uno de sus libros: “Para las dos perso- nas sin la ayuda y los consejos de las cuales habría podido terminar este libro en la mitad del tiempo que tardé en escribirlo”. Un estudiante chino de la Universidad de Michigan, que había aprendido de memoria algunas frases de un manual de reglas de urbani- dad, tuvo oportunidad de aplicarlas durante una recepción dada por el rector. Cuando se le ofreció una taza de té, contestó gravemente: “Gracias, señor o señora, según el caso”. COITO cea ENROSCADA LA LAMPARA, SE DEPOSITAN LAS TABLETAS POR SUS ORIFICIOS, Y SE CONECTA LA LLAVE ELECTRICA: Más fácil, imposible ! Woodrow Wilson, cuando era ya presidente, solía referir la siguien- te anécdota acerca de su padre, que era pastor protestante. En cierta oca- sión uno de sus feligreses le dijo: —Reverendo Wilson, ¿quiere usted explicarme a qué se debe que su caballo esté tan gordo, mientras usted es tan flaco? —Es muy sencillo — respondió el reverendo Wilson. — Yo alimento a mi caballo, en tanto que a mí me alimentan los feligreses. — PauL B. Davis. Sé intolerante si crees poseer la Verdad Absoluta; pero si realmente crees que posees la Verdad Absoluta, eres un necio. — R. GuYoN. Si en una comedia que dura, pongamos por caso, media hora, du- rante los 27 primeros minutos el pú- blico ríe y durante los 3 últimos se aburre, la pieza es un fracaso rotundo. En cambio, cuando el público se aburre durante los 27 primeros mi- nutos y ríe durante los 3 últimos, es un éxito. — Trisrán BERNARD. La vida no es más que una sombra que cruza, un pobre come- diante que se pavonea y revuelve du- rante su hora en la escena del mun- do y que pasa luego al olvido; es un Cuento referido con ruido y pa- sión por un idiota y que no significa nada. — W. SHAKESPEARE. Macbeth. Los cementerios están llenos de ente que creía que el mundo no po- ía marchar sin ellos. El César imperioso, muerto y convertido en barro, acaso tape un agujero para que no pase el viento. — amlet. W. SHAKESPEARE. Ñ Con las tabletas VULCASAN-0 de implacable acción mortífera; moderno sistema de fumigación eléctrica, seguro, sin riesgos. Precio de la lámpara $ 40.50 Tubo de 15 tabletas $ 7.90 PUBLICIDAD INDUSTRIAL LVR 28 ELIMINA: moscas, pulgas, cucarachas, mosquitos, polillas, sus huevos y larvas DISTRIBUIDOR: LOS HORNEROS S. A. CHACABUCO 380 - T. E. 30-8905 - Bs. As. Venta autorizada por el Ministerio de Salud Pública de la Nación, certificado N”. 3940. Expediente N%. 37.055/53 Patente Nacional N. 77.718 . IND ARGENTINA cds > Original from Digitized by Go: gle UNIVERSITY OF MINNESOTA Febrero, 1954 +. 71 mes aprenderá a leer con ¡UPA! y a 3 mo.” Original from Digitized by Go: gle UNIVERSITY OF MINNESOTA 72 » Atlántida PIELES FINAS 1954 y Sus Preacioned En los modelos de este año los modelistas más eminentes de Europa y Norteamérica han volcado íntegra su destreza ge- nial. Conozca a este genio de la moda a través de sus crea- ciones, que posee BERTHE con imaginada complacencia. esperando a usted en su selecta EXPOSICION. 6 PILES SANTA FE 1227 - 7. E. 41-883 F]NAS ¡SI HUBIERA MEJOR, LO TENDRIAMOS! 4 VISITE LA AVENIDA SANTA FE - LA GRAN VIA DEL NORTE. para las costuras desde luego : hilo tesistente | color firme ———pigitizaray (=0€ qle— Manelic y la dramática directa (Conclusión de la página 29) li clavo toda aquesta fulla endintre. Y ell corrent ó rodolant rostros avall y jo ab ell: arrapats Pun al altre; mossegantlo jo á n'ell y ell á mí, y udolant els dos, més, qu'ell jo cent vegadas, com duas feras salvatjinas”. A Guimerá se le consideró tan catalán, tan nacional, tan universal, tan multitudinario, y también de tal influjo espiritual, que un hombre co- mo Enrique Borrás, el gran actor y el artífice de Tierra baja, creyó que algo como el alma del dramaturgo podía volar para producir una co- municación de quimera. Refiere una anécdota, en la Argentina, que el escritor Díaz-Plaja reprodujo en un hondo estudio guimeraniano con moti- vo del cincuenta aniversario del drama en cuestión: “Nos trasladábamos a Tres Arroyos, donde debíamos dar una serie de representaciones. Al lle- gar la noche fuí a representar mi pa- pel de Manelic y me encontré aque- jado de una ronquera insólita que no me había atacado nunca y que me impedía hablar. Algo terrible pasa- ba por mi ser y me hacía presentir una desgracia. Me dirigí al público y me excusé por la forma en que iba a trabajar y rogándole pasara por la taquilla para que le fuera devuelto el importe de la entrada. Nadie se movió. Terminé la obra como pude fuí llevado a mi hotel en estado febril. A la mañana siguiente re- cibía un cable de mi hijo notifi- cándome la muerte de Guimerá”. “María Iturralde, 15 años, rubia... Con todo lo que llevamos di- cho, las recias prendas de ese teatro directo, como las grandes cualidades de otras tendencias dramáticas, no son aplicables a todos los mantene- dores del uno y de las otras. No bas- ta con adscribirse a un género o a una forma para participar de la q de sus maestros. Y hasta sién- lolo, el hallarse en razón de algo con los demás no quiere decir que se esté en razón de todo. En 1943 supo Verneuil que los diarios ame- ricanos publicaban una lista de au- tores franceses cuyas obras habían sido, según dichas informaciones, “bannies et brulées” por las auto- ridades de ocupación. Verneuil escri- bía luego: “Tengo el honor de fi- gurar en esta lista con Voltaire, Vic- tor Hugo, Anatole France, Emile Zo- la, Henri Bergson, André Gide, An- dré Maurois, Jules Romain, Georges Clemenceau, Edouard Herriot, etcé- tera, entre los cuales me encuentro ' verdaderamente en noble y alenta- dora compañía”. En este caso el “alentado” no carece de méritos... Pero se puede figurar en las mismas listas por cualquier circunstancia sin coincidir en las fundamentales. Y si aquí hacemos la apología del tea- tro a lo Guimerá no decimos que ma- nejando los mismos materiales, los mismos recursos nobles y la misma intención se alcance siempre el mis- mo logro ni directo ni indirecto. Es necesario el mismo talento. ” (Conclusión de la página 35) de lo trágico que pudo resultar el hecho fué al día siguiente, al des- cubrir que un guante de mi marido estaba manchado de sangre. Al salir se había apoyado en una butaca donde debió haber un herido. La conversación toma otro giro y se menciona el nombre de Dardo Rocha. —Fué un buen amigo de mi padre — dice la señora de Porcel. — Cuando iba a ser fundada la capi- tal de la provincia él le aconsejó que comprase terrenos. Iba a ser una ciudad de porvenir, decía con acier- to. Mi padre siguió su consejo y compró terrenos que luego sirvieron para consolidar su fortuna. Después nos habla de las fi- e religiosas de fin y principio e siglo, porque es católica ferviente. —Del padre Becco y del padre Jordán, los dos grandes oradores, con- servo muchos recuerdos. El padre Jordán era rector del Colegio del Sal- vador, donde se educó mi esposo, y en cuanto al padre Becco, yo era infaltable a sus sermones. Monseñor Terrero, una de las grandes figuras de nuestro episcopado, le dió la co- El testimonio (Conclusión de fuera del tiempo, y todas estas cir- cunstancias prestan a los hechos la gracia de un ballet. Si siguiéramos las directivas literarias que guían a Estela Canto cuando comenta un li- bro podríamos decir que esta clase de vida no interesa a nadie y que hay una infinidad de gente que lo pasa mucho peor esperando el colectivo bajo la lluvia. Pero la misión de la novela no ha estado nunca limitada a la descripción de las lavanderas o de los ebrios consuetudinarios, por bien munión a la mayor de mis hijas. También tengo muy presente la figura del padre Salvaire, cue fué el fundador de la basílica de Luján. Hablamos de viajes. —No he podido viajar tanto co- mo yo hubiera querido, porque no me resionaba a hacerlo sin llevar a mis hijos, ¡y eran nueve! Recuer- do veraneos en Mar del Plata, el Mar del Plata de los tiempos en que una se cambiaba de vestido cuatro y cinco veces por día: para ir a la pla- ya, para el almuerzo. para salir a caminar por la Rambla y tomar el té, para cenar y para asistir a alguna reunión. Todo un problema de roma y de equivajes, ¿no les parece? Era un Mar del Plata bien distinto del de hoy; entonces se podía tomar un vaso de leche recién ordeñada en la Rambla; hasta allí llevaban los ani- males. Viaje que me hizo experi- mentar una grande emoción fué uno que hicimos al extranjero. ¿El motivo de la emoción? Nuestro Himno Na- cional. Oírlo en un país extraño me trajo lácrimas a los ojos y me hizo comprender como nunca las notas y las palabras de la canción patria. de los libros la página 38) que lo haya hecho Zola; igualmente interesantes, si mo más, son las con- desas de Proust y hasta sus cataplas- mas. Igualmente interesantes son las mujeres aladas de Girardoux, en cuyo universo de sueños y de algas parece haber sido envendrada Paula, la poé- tica heroína de este libro, hermana menor de esos seres, sin más defen- sa que su debilidad y vencidos siem- pre por las astucias de quienes sa- ben manejarse en medio de la vida. Original from UNIVERSITY OF MINNESOTA LA PARTIDA FANTASTICA por M. S. Loyd Recomendamos a los aficiona- dos al ajedrez el examen sobre el ta- blero, siguiendo atentamente los co- mentarios, de la siguiente partida, que bajo el nombre de “partida fantásti- ca” vió la luz en Norte América: (Apertura irregular) Blancas Negras 1.P4D Apertura favorita de Mr. Zukertort cuando rompe el jue- go con todo ímpetu. ] P3D Una defen- sa enérgica que recomiendan todos los autores modernos. 2.D2D Jugada por Mr. Guns- berg contra Mr. ad urne. Z P4R ¡Del mismí- simo Steinitz! En efecto; si 3 P x P —-PxP4DxD+-RxDy dado que el enroque después del cam- bio de Damas no ofrece utilidad, es claro que las negras ganarían el ata- e. . P4 T D Jugada con buen éxi- to por el profesor Ware contra Mr. Steinitz en el torneo de Viena. 3. PSR Muy aventu- rado y contrario seguramente a los preceptos del “Lasker's chess Instruc- tor”, sin embargo, un golpe excelente. 4. D4AR Evidentemente, tratan de ganar el P R. 4. P 4 AR Se prepara a encerrar la D con P 4 CR. 5. P3 TR Preparando a su D un retroceso temporario, en vista del pe- ligroso avance de peones del ala del Rey. 5: A2R Con eviden- te intención de jugar P 4 CR, etc. 6. D 4 T R Un movimiento de re- troceso tan juicioso como magistral. E A.3R Impidiendo el avance del P 4 A D. 7. T 3 T D Un golpe magnífico y que no requiere comentarios. P4AD Hábil tenta- tiva para amenazar la entrada por la línea D. 8. ¡T 3C R! Consecuencia natural del golpe precedente; tratan de obte- ner el PC R en cambio del P D. 8. D'4 T D + ¡Un golpe poderoso! Si 9C3AD-—PxP, etc., y si 9 P2 D — D x P seguida deD8TDyDxC, etc. 3. 06G2D Juicioso. Las negras no pueden aventurarse a tomar el P. Blancas Negras 9. ASTR ¡Magnífico! Si 10 T xP -—P6R ganaría. 10.P3AR Las blancas no pueden sin grandes peligros qui- tar su torre del sitio que ocupan y tratan de salir de su apretada situa- ción con el cambio de peones. 10. ¡A 6 C D! Las negras se han asegurado una posición tan fuerte que sacrifican una pieza con tal de evitar el movimiento P 3 A que suprimiría el ataque. 11. PSD Un maravilloso golpe, como se verá por la continuación. 11. P6R Golpe mor- tal que amenaza ganar la T y la D con el avance del P A. 12. P4AD ¿¡—¡?? Extremada- mente sutil. Este movimiento resuel- ve de manera prodigiosa el problema de si un jugador puede o no hacer a sabiendas un mal golpe, explotando la probabilidad de que el contrario no en- contrará la respuesta justa. Las blan- cas se exponen a recibir un mate en cinco jugadas, pero está tan escondido que únicamente un problemista habilí- simo podría descubrirlo en el límite marcado por los relojes de torneo. Las negras en vez de dar mate caen en la torpeza de mover la pieza que ha- brían movido 999 maestros sobre 1.000 y juegan 12. ¡PS AR! ¡Oh, maravilla! Aún no se han cambiado ni una sola pieza. Los au- tores afirman que tal no puede acon- tecer en 20 jugadas por lo menos. Pe- ro es ahora cuando se presenta el ver- dadero problema de la situación, pro- blema que ha sido sometido a la de- cisión de grandes maestros sin que ha- yan dado una satisfactoria solución. Las blancas, obligadas a recono- cerse sitiadas, se absorben en una labo- riosa meditación, tan laboriosa que pa- san el límite de tiempo acordado y las negras, por tal motivo, pretenden que se declare la partida ganada por ellas. Y ahora digo: ¿débese condenar a un jugador por el solo hecho de tentar el imposible? ¿Cómo? He ahí a un hom- re que “no puede jugar” y que uste- des lo condenarían porque ““no ha ju- gado”. No podemos admitirlo. DE ETIENNE REY Se encuentran muchos defec- tos a las personas que comienzan a enriquecerse. ¡Cuántos elevados pensamien- tos no se deben sino a un buen al- muerzo! La mujer perdona el desdén, la brutalidad, el odio. Lo que no per- dona es la ironía. Entre los que aman y los que no aman se cruzan eternamente mi- radas de envidia. Lo que la mujer más teme en el hombre es el silencio; lo que el hombre más teme en la mujer es la palabra. Preciso es creer que la debili- dad de las mujeres sea en efecto in- mensa, para que lleven explotándola tantos siglos sin lograr agotarla. La ironía no es a menudo sino un pudor de la ternura. Cuando un hombre honorable y pobre habla a un rico acerca de sus necesidades, el rico ve su falta de tacto y no su miseria. Hay pocos instintos de los que la sociedad no haya hecho vicios. El amor es una moneda cuyo valor ficticio es siempre superior a su valor real. “No se ama más que una vez” — se dice. — Es que no se tiene gana de volver a empezar. Cuando a una mujer se la obliga a reconocer una falta se cree inmediatamente una víctima. La vida es una costumbre que se ha contraído de muy joven. Es la única razón que existe para que nos aferremos tanto a ella. La indulgencia que se tiene para con los demás nunca se refiere sino a aquellas faltas a las cuales uno mismo se siente expuesto. Digitized by Go gle dice... 1954 . Febrero, Aunque parezca mentira yo también plancho. pero. eso sí... en la tabla de planchar Clos FACIL DE MANEJAR FACIL DE ARMAR FACIL DE GUARDAR En venta en: Gath 8 Chaves, Harrods, Dos Mundos, en las casas de máquinas de coser Singer y toda buena casa del ramo. Patente N* 57.132 Caballete íntegro de hierro livia- no. Cierre automático. Punteras de goma en las patas. La tabla de planchar ''ALBOS" es de una construcción tan sólida que se compra una vez para siempre. ARCADIO LAPACO FABRICANTE, IMPORTADOR - EXPORTADOR CASTILLO 1523/37 - T.E. 54-7172/9500 BUENOS AIRES 73 Industria Argentina 74 +» Atlántida DORMITORIOS A MEDIDA ». GRAN VARIEDAD DE MODELOS ”* Solicite la visita de nuestro técnico sin compromiso alguno o vea nuestros talleres ALECAIPILECAIL y "EL ERIAL* AYUDA A VIVIR ESAS a, APOYE el 2” PLAN QUINQUENAL No faltan, ciertamente, personas deseosas de rea- lizar obras que signifiquen distracción, ayuda, alivio, consuelo, para sus seme- jantes. A ellas nos dirigi- mos para recordarles cuán- to bien pueden hacer al llevar libros elegidos con acierto a los enfermos de los hospitales, a las celdas de los presos, a los hogares colectivos de ancianos y de niños. ¡Cuántas almas agradecidas bendecirán a quienes les proporcionan tal inmenso beneficio! Argentina. A PORTEÑO NETO, La Reja. — Me aten- go a la opinión de Rómulo D. Carbia, que ha dicho a pro- pósito del asunto: “Debemos llamar la atención sobre lo ab- surdo de tener por piedra fundamental de la ciudad de Buenos Aires un trozo de granito que se halla enterrado en la esquina de las calles Rivadavia y San Martín. En la época en que se fundó la ciudad no se estilaba la colocación de piedras fundamentales. Esa, que se da como tal, sólo señala el lugar en que es- tuvo un mojón que servía para determinar, por distan- cias, la ubicación de los lotes y suertes de tierra que se acordaban dentro y fuera de la planta urbana de la ciudad”. A. C. R., Olavarria. — En nuestros autores gauchescos no he leído jamás la locución que motiva su pregunta, pero lo cierto es que los paisanos de la provincia de Buenos Aires so- lían decir de un buen asado: chorria por los enemigos. La frase aludía a las extremidades de la boca que se tocan en el acto de persignarse al expresar: ...de nuestros enemigos. APOLONIDA, Capital. — Fué Jaimes Freyre el autor de la cuarteta que motiva su consulta. La improvisó en ocasión de la llegada a Tucumán de-unos jóvenes de apellido Ascarruns. Es- tos —que fueron muy bien acogidos por la sociedad de aquella provincia—, queriendo poner a prueba el in- genio de Jaimes Freyre, le pidieron una cuarteta que exigiera consonante a su apellido: Ascarruns. El poe- ta compuso la siguiente: Los jóvenes Ascarruns, que hoj llegado a nuestros prados, son jóvenes de circuns- pección y bien educados. Don Alberto Larrán de Vere cita un ejemplo semejante. Alguien afirmaba la imposibilidad de encontrarle con- sonante a la voz lámpara. Sin embargo, no faltó un versificador agudo que salió del paso airosamente de este modo: Nuestro buen amigo Andrés, que está bajo de esa lámpara, es el que nos sirve pan para que lo comamos los tres. EL DEL VERDE GABAN, Eva Perón. — Sí, señor: muchas, muchísimas son las erratas que contiene el Quijote. A cada paso saltan a la vista, aun para el lector más distraído. En el cap. XX de la primera parte su título ha sido escrito tan a la diabla que cuesta algún trabajo precisar el sentido. En el cap. XXIII a Sobeha le roban el asno, y este asno robado y desaparecido vuelve y se eclipsa de tanto en tanto por arte de birlibirloque. En el cap. XV el autor confunde la Tebas de Beocia con la Tebas de Egipto. En el cap. XII aparecen siete cabreros, y en el siguiente —no se sabe por qué— sólo alcanzan a seis. Pero es en el cap. VII donde se encuentra lo más sorprendente: Sancho Panza habla de su mujer y la llama Juana Gutiérrez. En la misma página vuelve a citarla, y ahora es Mari Gutiérrez. En el cap. V de la ica parte ya no se llama Juana, ni Mari, ni siquiera Gutiérrez, sino Teresa Cascajo... En cuanto a ds gramáticos, se han cansado de señalar faltas y lunares en el texto inmortal. Consulte usted, para mayor ilustración, algunas de las muchas ediciones críticas: la de Cortejón o Clemencín, Hartzenbusch, Benjumea o la de Rodríguez Marín. Y verá usted cómo, a pesar de todo, se le agranda Cervantes, al tiempo que se le achican los comentaristas. El Averiguador por PESCATORE DI PERLE fundada el 7 de marzo de 1918, es publicada mensualmente en Bue- MARIO PESTAGA- LLI, Montevideo. — Además de los dia- lectos corrientes (pia- montés, lombardo, véneto, genovés, ro- mañolo, calabrés, et- cétera ), se hablan en Italia el francés Cunos 100 mil autóc- tonos de Susa, Pinerolo y Aosta); el alemán (12 mil en ciertas provincias del norte); el albanés (120 mil en Sicilia y la región meridional de la península); 38 mil el griego (en Lecce y Reggio); 35 mil el eslavo, y 100 mil el catalán, en Cerdeña. BABBITT, Kansas City. — Aquí llamábamos cimarrones a los animales domésti- cos criados salvajemente. Los caballos y las yeguas que menciona usted tenían su remoto origen en sus similares, escapados del real de don Pedro de Men- doza, en 1536, o abandonados cuando la batalla de Corpus Christi. Su multiplicación fué prodigiosa. Es de advertir, sin embargo, que esta hipótesis sobre el origen español de los caballos cimarrones no la acepta todo el mundo. Don Aníbal Cardoso, por ejemplo, ha tratado de probar que en esta parte de Améxica el caballo no fué un animal desconocido antes del descubrimiento de Colón. Según afirma, los cimarrones serían descendientes del equus recti- dens, nombre paleontológico del caballo primitivo. Paul Groussac y Angel Cabrera han refutado la teo- ría de Cardoso. MIGNON, Capital. — El punto sobre la i no es absolutamente inútil. Tiene su razón de ser. Escriba usted con minúsculas, al correr de la mano, el vocablo mínimum sin puntos sobre las es, y verá usted que es ilegible o puede dar lugar a confusiones. Claro que ahora, con las máquinas de escribir, el asunto ya no es tan grave. Pero sigue siéndolo para quienes somos alérgicos a la mecanización, a la técnica invasora, y permanecemos fieles a la noble pluma. En cuanto al punto sobre la ] es fenómeno de contagio. La j —que ignoraron los atinos— fué y continúa siendo en muchos idiomas una i con cola. Nada más. Para nosotros, los his- pano parlantes, no. La jota ha ganado sonido propio, además de bailarse con mucho garbo en Aragón, en Valencia y en Navarra. JUAN PEREZ, Casilda. — Se trata de un disparate. Aquí no conocemos los monzones. El monzón es el nombre de un viento pe- riódico que suele soplar en el océano Indico, algunos meses en una dirección y otros en la opuesta. Tam- bién soplan esos vientos en el Mediterráneo, pero allí se les lara etesios. LINO TIPO, Burzaco. — La imprenta se conoció en Córdoba en el año 1766; en Buenos Aires, 1780; Montevideo, 1807; Tucumán, 1817; Santa Fe, 1819; Mendoza, 1820; Entre Ríos, 1821; Corrientes, 1824; Salta, 1824; San Juan, 1825; La Rioja, 1826; Jujuy, 1852; Catamarca, 1855; San Luis, 1855, y Santiago del Estero, 1859. El decano de la prensa latinoamericana creo que es el diario chi- leno Mercurio, fundado el 12 de septiembre de 1827. ROBES PIERRE, Necochea. — Las revolucionarias palabras de la Marsellesa han he- cho suponer que su autor, Rouget de lIsle, fuera un demócrata convencido y un antimonárquico de una sola pieza. Y no hay tal cosa. Lo cierto es que después de la Revolución Francesa y del Imperio de Napoleón saludó la vuelta de los hobóne con un exaltado himno que tenía por título Dios salve al rey. Por si esto no fuera bastante, compuso un canto he- roico, en 1817, en honor de otro Borbón francés: Enrique IV. Y puesto ya a jalear a los reyes de su patria, si bien es cierto que no cantó en sonoros ver- sos el advenimiento de los Orleáns, nos Aires, República Argentina, por la Editorial Atlántida, S. A Dirección General y Talleres: 579 Azopardo R. 91, Buenos Aires. T. E. 33, Av. Precio del ejemplar de ATLANTIDA: $ 5 en toda la República. Suscripción anual en la República Argentina, paises de los Américas del Sur y Centro, México, Estados Unidos y España, comprendidos en la Unión Postal Panamericana: 1 año, $ 60 m/n. En los países comprendidos en la Unión Postal Universal, cen tarifa postal redu- cida pora impresos: 1 año, $ 68 m/n. En los get de demás países: 1 año, $ 75 m/n. Registro Nacio- nal de la Propiedad Intelectual NO 405.090. Re- presentantes generales para publicidad en Esta- dos Unidos de América: H. J 205 East 42nd. Street, New York 17, N. Y. En Gran Bretaña: Atlantic-Pacifi 69 Fleet Street, London, E. FRANQUEO A PAGAR CUENTA 36 TARIFA REDUCIDA CONCESION 17 CORREO ARGENTINO e Representations, 4. spa. Cuando cayeron los borbones, por lo menos se dejó pensionar y conde- corar por S. M. Luis Felipe... Se- ría, sin embargo, grave error e irri- tante injusticia suponer que con Rou- P'sle se extinguió en este va- lle de lágrimas la fecunda raza de los escritores oportunistas que saben aco- modarse a e circunstancias. Cuando las circunstancias son suculentas, cla- esta. Wandless Co., 'te con Tintas Letta. nn, m NS Viaje a NUEVA YORK CON BUQUES ARGENTINOS MOTONAVES O 1) NE. EVITA . al RIO DE LA PLATA Min RIO JACHAL EN exponentes de la más avanzada técnica naviera mundial, Estas modernas motonaves argentinas, ofrecen a su bordo todas las comodidades que puedan disfrutarse en tierra. Sus suntuosos salones, sus amplios y sobrios compartimientos, su sala de música, biblioteca, micro-cine, todos ellos dotados de aire acondicionado; sala de juegos para niños, pileta de natación, etc., fueron concebidos para que constituyeran motivos de gran esparcimiento y agradable recuerdo. ESCALAS: Santos - Rio - Trinidad INFORMES EN SU AGENCIA PREFERIDA DE VIAJES O EN 25 DE MAYO 459 Es NT. T.E. 32 - 6312 a Ria Al AS s LOS VALORES ESPIRITUALES, Y LOS DERECHOS DEL INDIVIDUO «PiginaloMeroso. PLAN QUINQUENAL 1953 . 57 ome (Soogle UNIVERSITY OF MINNESOTA | UNIVERSITY OF MINNESOTA o 951 DOO 650 632 | A a AN RA e RA LAR S DM A A A > ETS orbe 009 Ya O y : Cars bey epale , > | ] Y A Y Hanbin n pagues de Wipmilbs = Original from Digitized by Goc ¡gle UNIVERSITY OF MINNESOTA